La gente sigue hablando del papa Francisco y yo no voy a ser la excepción y menos cuando vamos a tener que esperar otros 28 años para que se produzca un evento similar. Obviamente no voy a referirme al altar y al “sesudo” debate que se ha armado en torno a qué hacer con él. Tanto cerebro pagado para pensar tendrá que hallar la mejor solución ¿o no?
Precisamente quiero hablar de algo que recalcó varias veces Francisco y que es totalmente contrario a la manera de actuar de los bolivianos, acostumbrados a pensar que alguien va a venir a solucionar todos nuestros problemas; un mesianismo que llevamos en nuestros genes y que no hace más que alimentar el caudillismo que nos daña tanto.
Nadie favorece más el liderazgo de Evo Morales que los potosinos, pues al buscar el diálogo con él y nada más que con él, están ratificando que en este país no hay que hacer nada, solo esperar que algún iluminado venga y resuelva las cosas por nosotros.
Afortunadamente el Papa no es populista ni mucho menos y en cada discurso tuvo alguna invocación al ciudadano, al único capaz de revolucionar las cosas. Ante los movimientos populares reunidos en la Fexpo, dijo que de nada sirven los procesos de cambio cuando no hay cambio de actitud; en la misa de El Cristo les pidió a los propios cristianos y católicos que se ocupen de sus hermanos: “Denles ustedes de comer” y en la cárcel, a los presos que se quejan con toda razón de la injusticia y de los abusos les pidió que oren, que se acerquen a Dios, que no se peleen entre ellos y que no abusen de los más débiles en esa lógica de “buenos y malos” que nos lleva al pecado.
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