jueves, 16 de julio de 2015
Los milagros ocurren
El milagro sucedió apenas el papa Francisco había pisado suelo romano. El presidente Morales llegó hasta la clínica para visitar al cardenal Julio Terrazas, a quien tantas veces ha detractado y a quien el régimen que conduce trató de criminalizar en algunas ocasiones. Llegó con regalitos, nada de extravagancias ni de cálculos: una sotana adornada con una cruz que no deja lugar a interpretaciones peregrinas. El Primer Mandatario acude al Cardenal cuando se pone fea la situación del país, cuando la platita está comenzando a escasear y se pone difícil dialogar con los bolsillos vacíos y las necesidades urgentes. Cuando sobraba el dinero (y la soberbia por supuesto), la Iglesia –que siempre hizo el papel de mediadora y pacificadora- se volvió incómoda para un gobierno que buscaba el poder supremo; cuando quería suplantar a la fe, a la religión y al mismo Dios. Todos esperan que esta sea una buena señal de acercamiento, de entendimiento y de una búsqueda del equilibrio, aunque hay quienes dicen que la visita busca reafirmar el viejo rol que le han atribuido a la religión, que gracias a sus valores y a sus enseñanzas, ha evitado en numerosas ocasiones que los pobladores, creyentes y piadosos, devoren a los tiranos. Aunque no siempre se logró el objetivo.
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