lunes, 12 de enero de 2015

Atentado contra la libertad y la democracia


El lamentable rostro que muestra Bolivia ante
 un hecho repudiado en todo el mundo

Cuando la ministra de Comunicación de Bolivia, Amanda Dávila, asumió que el radicalismo de la revista francesa Charlie Hebdo debía pertenecer a la extrema derecha xenófoba, estaba expresando su absoluta ignorancia no solo acerca de aquella publicación, sino también sobre Francia como cuna de la libertad y la fraternidad, sobre la democracia y por supuesto, un vulgar desprecio hacia el pluralismo y la libre expresión.
Y aunque la ministra trate por todos los medios de afirmar que no justifica el salvaje atentado contra Charlie Hebdo, las palabras lanzadas ya no se pueden recoger y tampoco desmentir.
Charlie Hebdo en realidad es una revista enfilada en la extrema izquierda. Fue fundada inicialmente en 1969 y relanzada en 1992. En 1971 le dedicó una portada de homenaje a las luchas mineras que combatieron la dictadura de Hugo Banzer Suárez y no era la primera vez que se jugaba el pellejo satirizando a Mahoma, pese a que en Francia viven casi siete millones de musulmanes.
Francia es uno de los pocos lugares en occidente donde vive en plena libertad tal cantidad de musulmanes y donde también puede existir una revista como Charlie Hebdo, radical, irreverente y provocativa. Pese a ello, en Francia salieron a las calles millones de personas a repudiar el atentado y a gritar con letreros en la mano “Yo soy Charlie”.
En las redes sociales, este mensaje copó todos los muros y se volvió viral, pero la ministra Dávila optó por el desentono, así como lo hizo Felipe Quispe, cuando se produjo el atentado del 11 de septiembre de 2001 y  el dirigente campesino y exprocesado por terrorismo decidió enviar “un saludo revolucionario” a los que derribaron las torres gemelas de Nueva York. El acto criminal cometido contra Charlie Hebdo es un triple atentado.
Es un golpe al corazón de los valores occidentales; es una afrenta a la democracia y por supuesto, a la libertad de expresión como pilar del sistema democrático. Lamentablemente estos principios están en crisis en muchos países, entre ellos Bolivia, donde todos los días se pisotea el estado de derecho y se hace público el desdén hacia los postulados democráticos.
Por si la ministra Dávila no lo sabe, en Francia también existe la extrema derecha, cuya bandera de lucha es el desprecio a los migrantes y a la diversidad. Con este atentado, cometido por gente que a veces es motivo de simpatías de los izquierdistas como ella, de los populistas y de otros que pregonan un supuesto “progresismo”, no cabe duda que los derechistas tendrán mayor apoyo en las próximas elecciones francesas y continuarán en ascenso como lo han estado haciendo en los últimos eventos electorales que los acercan cada vez más al control del gobierno.
La mayoría, sin embargo, no es partidaria de responder con la misma moneda y está de acuerdo que la mejor forma de combatir estas despreciables expresiones es con mayor democracia. Ni Francia, que vivió como pocos países el azote del fanatismo nazi y de radicalismos de toda índole, ni ningún otro país que goce de prosperidad y de libertad gracias a la democracia, sucumbirá a la tentación de hacer las absurdas justificaciones que hizo la ministra.

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