jueves, 14 de abril de 2011

¿Cerrar la Caja Nacional de Salud?

Cerrar la Caja Nacional de Salud (CNS) es una advertencia demasiado
temeraria para un Gobierno que arruina casi todo lo que toca. La
amenaza la hizo el presidente Evo Morales, cuyo régimen impulsa la
creación de un sistema único, que supone la desaparición de las
diferentes cajas sectoriales, entre las que se encuentra la más grande
de todas y seguramente, la que tiene el mayor número de dificultades
para atender a sus afiliados, en un país donde la salud es un artículo
de lujo para la gran mayoría de los bolivianos.
El Gobierno no opuso demasiada resistencia a las movilizaciones de los
universitarios, que terminaron doblándole el brazo en defensa de su
propio seguro de salud. Pusieron por delante el respeto a la autonomía
y sobre todo, la gran capacidad de convocatoria de los estudiantes.
Era mucho para un régimen que se debilita a pasos acelerados. Sin
embargo, con la CNS ha manifestado una evidente tozudez que se explica
en la inmensa cantidad de recursos que maneja esta entidad, muy
importantes para una administración que comienza a desesperase por los
números rojos de sus finanzas. Luego de hablar durante años de una
supuesta situación boyante, de bonanza, ingresos multimillonarios y
reservas desbordantes, el Gobierno comienza a pronunciar
insistentemente la palabra “déficit”. Echar mano a los fondos de la
CNS sería de un gran alivio.
La Caja Nacional es ineficiente, corrupta y está manejada
políticamente. Siempre se han mencionado estos problemas y el MAS no
tuvo reparos para tomar la institución cuando asumió el poder, de la
misma forma que lo ha hecho con la Caja Petrolera y otras entidades
del sector, cuyos niveles de calidad han decaído por esta burda
manipulación gubernamental. Pese a que el Estado tiene la mayor
cantidad de afiliados a la CNS, la administración masista no ha hecho
el más mínimo esfuerzo por saldar una deuda de más de 600 millones de
bolivianos que la mantiene al borde de la quiebra.
La ciudadanía conoce muy bien las dificultades de la CNS. Muchos
bolivianos tratan de buscar alternativas cuando necesitan atención
médica pronta y ágil, a través de seguros privados. Pero saben muy
bien que cuando los problemas van más allá de un malestar estomacal o
un dolor de cabeza o cuando los sistemas empresariales les ponen
limitaciones, siempre está “la Caja” para hacerse cargo de
enfermedades crónicas, medicamentos costosos  y largos tratamientos
que requieren equipamiento de última generación. Es verdad que se
necesita mejorar, superar las falencias y adecuar los servicios a las
necesidades de todos los afiliados, pero sin duda alguna, la fórmula
que propone el Gobierno no es el mejor camino para conseguir la
eficiencia. Los afiliados a la CNS corren el riesgo de perder lo único
que tienen y ejemplos hay muchos. Sólo hay que ver lo que ha ocurrido
con las empresas nacionalizadas y otras compañías que han sido creadas
por el Estado Plurinacional para anticipar un futuro catastrófico.
El Gobierno está en la obligación de buscar la universalización de los
servicios de salud, mejorarlos y establecer estándares de calidad que
ayuden a superar las negras estadísticas bolivianas. Pero eso no pasa
por apelar a experimentos que pueden resultar costosos e inciertos
para los trabajadores afiliados a la CNS.

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