lunes, 6 de junio de 2011

Creerle a un borracho


El vicepresidente García Linera hablaba el otro día como esos
borrachos que no quieren irse a dormir. “Voy a tomar la úuuuultima y
me voy”, suelen decir y al día siguiente, cuando la cabeza les estalla
de dolor dicen “no vuelvo a tomar nuuuuunca más”. Precisamente cuando
estaba de resaca, allá por diciembre del año pasado (“Qué lejos
estoy”, diría don Nilo), el mismo vice trataba de convencernos a todos
que el gasolinazo era mucha cosa, que era la quimio para salvar al
paciente con cáncer, el bisturí bien filudo para extirpar el tumor.
Resultó que los medicuchos no habían dado con la receta correcta y el
paciente resultó más pataleador de lo que ellos esperaban. Aunque el
diagnóstico estaba bien, ya no habrá quien le crea, no después de que
el mismo vicepresidente justifica la internación de más de 120 mil
autos chutos al país, lo que significará agrandar el tumor que
constituye la subvención de los combustibles. Pero eso sí, García
Linera mueve la cabecita, cierra los ojos y dice que es la
úuuuuuultima vez y que nunnnnca más habrá amnistía para los
contrabandistas. Los “chuteros”, que son los que saben más que nadie
de política en este país y que además ya tienen su propia bancada en
el Senado, fueron los primeros en decir que a los borrachos no hay
cómo creerles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario