lunes, 24 de junio de 2013

Interpelación a la democracia

El ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana realizó una extensa, pormenorizada y brillante exposición ante el Congreso, de lo que supuestamente ha sucedido con los casi 500 millones de dólares que ha distribuido en los 357 municipios del país el programa “Bolivia Cambia, Evo Cumple”, sometido a una gran cantidad de sospechas desde que el líder de Unidad Nacional, Samuel Doria Medina, presentara un informe denunciando malos manejos y los medios de comunicación nacionales comenzaran a mostrar numerosas obras inconclusas financiadas por aquella iniciativa presidencial.

La presencia del ministro Quintana en la Asamblea Plurinacional se hizo bajo el  rótulo de una “interpelación”, pero lamentablemente y tal como ha sucedido en anteriores ocasiones, el acto no fue más que una estrategia mediática, que seguramente le ha costado una buena dosis de recursos al Estado, ya que el Ministerio de Comunicación contrató espacios en varios medios privados para difundir la prolongada exposición ministerial.

Pese a que se ha expuesto con minucioso detalle el destino del dinero invertido, se tiene que lamentar la no observancia de los procedimientos democráticos a la hora de rendirle cuentas a la población. En primer lugar no se respetaron los mecanismos estipulados para una interpelación y no se abrió el espacio necesario para que la oposición exprese sus posturas, confirmando que el Congreso Nacional es una instancia irrelevante para efectuar el control y la fiscalización de las acciones que emanan del Órgano Ejecutivo.

El Estado de Derecho falló desde el momento en que la Contraloría, bajo tuición de un militante masista, se negó rotundamente a realizar una auditoría completa del programa “Bolivia Cambia, Evo Cumple”, aduciendo falta de recursos, cuando en realidad, este organismo tiene la misión de observar el modo cómo se invierten los fondos públicos, así sean provenientes de donación o de cualquier lado, porque se trata de bienes que le pertenecen a la ciudadanía y no a un partido o a una persona, así sea el Presidente.

“El papel aguanta todo”, dice el refrán y desafortunadamente la exposición del ministro no es más que eso y obviamente las dudas siguen persistiendo, sobre todo cuando de la otra parte, se han mostrado fotografías, testimonios, pruebas y un sinnúmero de documentos que evidencian malos manejos que no han sido debidamente esclarecidos. ¿O es que a partir de la exposición del ministro de la Presidencia vamos a concluir que todas las obras sin terminar, muchas de ellas con presupuestos altísimos, son nada más que un invento de los medios de prensa y a partir de una exposición vamos a quedarnos de brazos cruzados seguros de que todo está perfecto?

Por otro lado, los que defienden los principios democráticos, deberían estar azorados con la apología que se ha hecho en la Asamblea de postulados retrógrados sobre el manejo de los asuntos públicos. El ministro Quintana ha realizado una defensa incalificable del centralismo como la mejor forma de conducir el Estado; ha tratado de mostrar que los Gobiernos se manejan con mayor agilidad y eficiencia cuando no tienen control alguno; ha echado por tierra todos los sistemas de licitación, adjudicación y fiscalización que aplican los estados, las instituciones y las empresas modernas, bajo la premisa de que esos procedimientos son costosos y por último, ha defendido la postura de un régimen paternalista y caudillista que obviamente va en contrapelo con el progreso de la democracia y la forma más eficiente de conducir un Estado.

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