Tres días después de que el viceministro Félix Cárdenas afirmara que los ministros mestizos (k'aras) no saben negociar con los indígenas del Tipnis, aparece la figura del único originario (tara) del gabinete, David Choquehuanca, como el gran salvador del asunto, que además ha sido solicitado por los dirigentes que encabezan la marcha que se dirige a La Paz. En el Gobierno, los blancoides con discurso indigenista y actitudes colonialistas, se han sentado a mirar de palco cómo le hace don David (últimamente sin mucha pega porque la diplomacia boliviana anda anclada por motivos de fuerza mayor) con sus hermanos de tierras bajas. Más allá de las buenas intenciones de Choquehuanca, habría que ver qué mandato le ha otorgado el presidente Morales y hasta dónde es capaz de ceder en este conflicto. La misión del canciller es delicada, pues corre el riesgo de hacer quedar mal al sector gubernamental que ha estado criticando las gestiones del grupo duro del gabinete. Nadie debería tener dudas, precisamente, sobre quiénes son los que más desean el fracaso de este nuevo intento de diálogo. Eso lo explica todo.
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