Hoy podría producirse el encuentro de los marchistas que exigen el respeto a su territorio en el parque Isiboro Sécure y los colonizadores leales al Gobierno que bloquean la carretera en la localidad de Yucumo, medida que ha sido financiada, promovida y tolerada por la gente del oficialismo. Los indígenas del oriente boliviano iniciaron ayer el recorrido de los últimos 25 kilómetros que los separaba de lo que podría ser el lugar de un choque violento, uno de los tantos que se han producido en el país en los últimos cinco años. La gente reza y suplica para que no pase nada, pero lamentablemente todo ha sido calculado para que se produzca otro Huanuni, otro Porvenir, una nueva Calancha, el Tiquipaya II, el Cochabamba recargado, etc. Que nadie se sorprenda si en Yucumo ocurre algo similar, porque los mismos operadores que se mancharon de sangre en aquellos otros lugares, son los que están maquinando un nuevo choque fratricida. Menos mal que esta vez los medios de comunicación se han encargado de difundir todos los detalles de la maniobra. No vaya a ser que los verdugos pretendan nuevamente quedar de víctimas. De cualquier forma, el deseo general es que nadie salga lastimado.
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