viernes, 30 de septiembre de 2011

Otra dudosa intervención

El presidente Morales acaba de inaugurar en la localidad de San Pedro, el corazón de la producción soyera de Santa Cruz, uno de los mayores centros de almacenamiento de granos del país, con capacidad para alrededor de 180 mil toneladas. Los inmensos silos, que estarán bajo la administración de la empresa estatal Emapa, tienen el objetivo -según el Gobierno- de asegurar la soberanía alimentaria en el país, amenazada por la escasez de algunos productos y la inflación que puso en apuros a la economía nacional a principios de año.

Los productores y sobre todo, los gremios relacionados con el sector agropecuario, parecen satisfechos en primera instancia con esta obra monumental, que podría replicarse en otras zonas de alta concentración productiva. De forma paralela a esta política de acopio de alimentos, Emapa también está fomentando la siembra y se calcula que alrededor de 2,5 millones de hectáreas  de distinto cultivos se encuentran bajo su control. Miles de agricultores reciben subsidios para sembrar y encima Emapa les paga un precio superior al que ofrece el mercado. Parece un cuento de hadas, de ahí que los empresarios aparezcan embelesados.

En primer lugar, habría que preguntarse si en este momento el productor boliviano necesita este tipo de subsidios en un contexto tan favorable de precios altos y una demanda que ha estado creciendo sostenidamente. Lo que requiere el agricultor es acceso a los mercados, facilidades de exportación, seguridad jurídica, disponibilidad de créditos y una política que incentive la producción. Estos son precisamente los puntos flacos del Gobierno de Evo Morales y la intervención estatal hasta ahora no ha sido para nada benigna con los productores, sino todo lo contrario.

Es curioso que el Estado inaugure silos, cuando los centros de acopio de los productores privados están repletos de soya que no ha podido ser exportada debido a las prohibiciones. Si el mercado ha sido desabastecido de maíz, de azúcar, de trigo y otros artículos ha sido justamente por los desaciertos de una administración estatal que se ha dedicado todos estos años a estrangular al sector agropecuario cruceño, responsable de más del 70 por ciento de la producción de alimentos del país.

Los mismos agricultores que aplauden los silos de Emapa, se preguntan después para qué van a servir esas inmensas moles. Lo más probable es que sean usados para ejecutar con mayor eficacia el sistema de control de precios que ha estado aplicando el régimen y que precisamente fue el que introdujo desincentivos a la producción agropecuaria. Y sin hablamos de subsidios ¿quién los paga? ¿son sostenibles? Lamentablemente, toda intervención estatal tiene grandes problemas y uno de ellos es la corrupción que siempre va acompañada de la ineficiencia. La historia de las obras estatales del pasado no auguran un buen destino a esos silos, que podrían prestarse para negociados, trampas y juegos sucios. Ojalá que no.

Si el Gobierno realmente quisiera derrotar a la crisis alimentaria debería imitar lo que hace Brasil, donde se han propuesto convertir al país en el mayor proveedor de alimentos del mundo. A través de componentes como  incentivos crediticios, seguridad, investigación científica, apertura a los mercados externos, mejora de los sistemas de transporte, etc, el sector agropecuario brasileño es uno de los que más ha crecido internacionalmente. Y en medio de la escasez planetaria, exporta, abastece y gana mucho dinero. El control y la intervención estatal solo pasan por la promoción, los productores hacen el resto y así debe ser.

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