domingo, 25 de septiembre de 2011

Septiembre negro y la dignidad perdida

Cuando el vicepresidente García Linera les dijo a los líderes cruceños hace un par de años que estaban prohibidos de hacer política, nadie pensó que algunos tomarían tan en serio esa orden, al punto de hacer dejación del derecho a la dignidad.

Hace un año, justo cuando iniciaba el mes cívico de Santa Cruz, la ciudadanía se levantó asustada con un bombazo en el parque El Arenal. La explosión, con todas las características de un atentado terrorista, nunca fue esclarecida y ninguna de las autoridades locales ha tenido siquiera el decoro de indagar o reclamar por este hecho lamentable, destinado a hacerles recuerdo a los cruceños de su obligación de tener la cabeza agachada, sin opciones de levantarla ni siquiera para una fecha que convoca a enaltecer el orgullo de pertenecer a estas tierras.

Se han cumplido tres años de aquel cerco criminal que protagonizaron hordas oficialistas alrededor de Santa Cruz y que se llevaron la vida de un joven inocente en la localidad de Tiquipaya. ¿Quién lo recuerda? ¿Quién lo reclama? Nadie busca a los responsables y pese a que ya no están esas multitudes armadas y amenazantes en las puertas de la ciudad, el cerco no parece haberse movido. El miedo y la sumisión de nuestros líderes es la prueba más clara de que la región sigue bajo la amenaza y la persecución.

Han pasado tres años también del caso Porvenir. Aunque ha habido algunas referencias a aquella patraña armada por el Gobierno, ya nadie habla por los perseguidos, por Leopoldo Fernández, obligado a sufrir una tras otra canallada de este régimen que usa a la justicia a su antojo, para amedrentar a la oposición y mantenerla a raya. En este caso, para acorralar a toda una región que comienza a acostumbrarse al cerco y en muchos casos hay quienes parecen disfrutarlo a cambio del "plato de lentejas".

Los carceleros son ahora invitados de honor de cuanto evento social y político se da en Santa Cruz. Las empresas del Estado Plurinacional, verdaderos monumentos a la ineficiencia, ocupan sitiales de honor entre los que hacen empresa con todo el Gobierno en contra suya. Las instituciones que son llamadas a defender el modelo de prosperidad, los derechos y la visión de los sectores productivos de la región se inclinan ante la majestuosidad de una obra estatal, destinada a reforzar el control, aumentar las restricciones y apuntalar aún más el cerco que mantiene en ascuas a los productores, con restricciones a las exportaciones, listas de precios e inseguridad jurídica.

Y para colmo de males, justo cuando el régimen se encuentra en graves apuros, otra vez Santa Cruz es el caballito de batalla, presto para despejar los nubarrones que provocan el Tipnis y el caso Sanabria desde Miami. Precisamente el día antes de la fecha cívica más importante de Santa Cruz, cuando todos se preparan para festejar junto a los "carceleros", desde La Paz se activa nuevamente la ola de detenciones de aquella payada denominada "caso terrorismo", que le sigue dando buenos réditos al Gobierno gracias a la actitud colaboracionista de los propios perseguidos.

"Negocios son negocios", dirán quienes justifican este vergonzoso silencio que deja en el vacío las verdaderas aspiraciones de la gente que ha estado luchando por la democracia y la libertad. Lamentablemente, sin dignidad, todas las migajas que algunos puedan acumular son apenas el anzuelo que nos conducirá al hundimiento.

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