Las paradojas bolivianas no terminan de deslumbrar en el mundo. Recientemente, un experto internacional en materia de gas dijo que Bolivia era un mejor proveedor cuando tenía menos gas y menos gasoductos. Recordemos que ya existe un gasoducto que no se utiliza por falta de gas. Se trata del tubo que llevaba el carburante a Cuiabá, negocio que se suspendió hace tres años por falta de producción. Hace muy poco el presidente Morales inauguró el gasoducto Juana Azurduy (GIJA), cuyo objetivo era incrementar las ventas a Argentina y poder llegar gradualmente a los 21 millones de metros cúbicos diarios en el 2021. Para empezar, en este invierno se debía exportar entre 7,7 y 11,3 millones diarios, pero los argentinos están que arden de rabia, porque Bolivia ni siquiera cumplió con las cantidades mínimas y los promedios no sobrepasaron de los 7,16 millones. Menos mal que doña Cristina Fernández tomó sus precauciones y compró Gas Natural Licuado (GNL) de Trinidad y Tobago para que nadie se muera de frío. Si Bolivia cumpliera con Argentina obligaría a todos los bolivianos a cocinar con leña. Y no estamos lejos, ya que el déficit de gas es cada día mayor.
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