miércoles, 28 de septiembre de 2011

No más patrañas

La Policía reprime una manifestación en Cochabamba a favor del TIPNIS.
El Gobierno insiste en trampas, artilugios y falsas posturas para salir del atolladero en el que se ha metido por la torpeza con la que ha manejado durante más de un mes el conflicto con los indígenas que defienden el parque Isiboro Sécure.

El presidente ha pedido disculpas por la brutal intervención que causó zozobra el pasado domingo en el campamento de los marchistas, en la zona de Yucumo, donde la Policía había mantenido bajo hostigamiento durante más de una semana a los indígenas, quienes pese a todo y a que hasta los privaron de lo más esencial se habían mantenido pacientes frente a la constante provocación de las fuerzas afines al oficialismo. Sin embargo, la soberbia del primer mandatario no le alcanza para admitir la responsabilidad por semejante barbarie.

No se puede admitir que ni el presidente del Estado o su ministro de Gobierno argumenten el desconocimiento de la operación policial del pasado domingo. Desde ese día no han parado de lanzar declaraciones confusas que no hacen más que empeorar las cosas. Primero se dijo que el operativo había sido ordenado por el Ministerio Público, versión que ha sido desmentida por la Fiscalía.

El ministro Llorentty tuvo que cambiar ayer su explicación de los hechos y culpó de todo a los "malos mandos policiales" y al viceministro Marcos Farfán, quien al momento de presentar su renuncia también puso en duda las afirmaciones "oficiales". Al final de la jornada toda su estantería se había caído y el titular de Gobierno tuvo que presentar su dimisión.

El presidente va a tener que apelar a la sinceridad si lo que pretende es frenar la ola de protestas que se ha generado a raíz de la criminal intervención policial acometida por su Gobierno.

No se ha visto en estos últimos cinco años tanta indignación ciudadana como la que ha despertado el abuso cometido contra los marchistas. Hará falta mucho más que una patética conferencia de prensa para aplacar los ánimos que parecen enturbiarse. Es tal vez esa falta de escrúpulos la que está ocasionando notorias disidencias dentro del propio Gobierno.

Evo Morales ha prometido el lunes en un discurso al país que va a cumplir las leyes en relación con conflicto por el Tipnis. Sin embargo, habla de realizar consultas en los dos departamentos involucrados antes de retomar las obras de la carretera Villa Tunari-San Ignacio, una figura ilegal que puede generar mucho más malestar del que existe.

En lugar de seguir insistiendo en trampas, en "meterle nomás", en cálculos y estrategias propagandísticas que han deteriorado tanto a un Gobierno que se inició con tanta legitimidad, el presidente debería buscar la ruta democrática, la del diálogo sincero y el respeto al orden constitucional, fórmulas que lamentablemente ha violado de manera descarada todos estos años.

El presidente Morales no debe olvidar que él es un producto de la democracia y que se debe ella. Lo que ha hecho el domingo es apelar a métodos dictatoriales precisamente contra un grupo que fue artífice fundamental para su ascenso al poder. Maltratar a un grupo tan vulnerable es un acto intolerable que necesita ser investigado, castigado y reparado, pues de otra manera el malestar de la población seguirá incrementándose.

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