Hoy está de moda la "Educación 3.0" y muchos creen que se trata simplemente del uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación aplicadas al aula. Las tabletas electrónicas reemplazan a los libros, las pizarras electrónicas sustituyen a los tableros y el profesor pasa un video de 15 minutos en lugar de hacer dormir a sus estudiantes con una perorata de una hora.
Sí, todo eso es educación moderna, es innovación, es tecnología, es virtualidad, pero es apenas la receta y no la torta. No hay que confundir las herramientas con el nuevo paradigma educativo que requiere no solo dominar esos aparatitos que tanto nos gustan.
El individuo de hoy necesita con urgencia preguntarse "¿qué debo aprender?" y debe hacerlo en medio de un mar de conocimientos e información cada vez más grande e incontrolable. No hay escuela, universidad ni academia capaz de resumir todo lo que en este momento está disponible y el protagonismo lo tiene que asumir el sujeto de la educación, con una actitud más activa, autónoma y selectiva.
Cada día nacen nuevas profesiones, oficios y saberes que las instituciones educativas jamás ofrecerán como "carrera" porque resulta imposible. Obviamente los dispositivos ayudan a conectarse con ese océano, pero lo más importante es la disposición del estudiante, que no solo decide aprender por su cuenta, sino que se actualiza constantemente y se vuelve un experto en atender los requerimientos propios y de su entorno. ¿Y de qué van a vivir los profesores? Ellos deben enseñar a aprender.
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