A la manera de un niño consentido, hay quienes reaccionan con rabietas porque Bolivia ha fracasado una vez más en el festival Viña del Mar, uno de los más importantes del mundo y sugieren no presentarse más en ese escenario. Lo triste es que la política (cuándo no) le sigue la corriente a esas poses infantiles y sugiere crear un evento mucho más importante que el chileno, con más de 50 años de trayectoria, y con ello provoca la euforia de los patrioteros, que lamentablemente abundan.
Más allá de que Viña del Mar sea chileno, lo que implica una connotación muy grande para los bolivianos, no hay que perder de vista que se trata de una tarima que hace temblar a los más grandes. Se nota todas las noches cómo artistas de talla mundial sudan la gota gorda por el nerviosismo que significa estar al frente de lo que denominan “El monstruo de la Quinta Vergara”, un público que no perdona la mediocridad y que obviamente consagra a los más talentosos.
Justamente, si los bolivianos queremos ganar, no solo en la música, sino también en el deporte, en la educación, en la ciencia y en todos los ámbitos, tenemos que luchar para medirnos con los más grandes. Organizar eventos paralelos de dudoso nivel y continuidad es mentirnos descaradamente para autocomplacernos. Algún día vamos a ganar, pero mientras tanto no debemos ser exitistas, amantes del corto plazo, simplistas e inconstantes, de esos que se acobardan al primer intento. Estar en Viña del Mar ya es un gran triunfo, se trata de una vitrina inigualable y si persistimos, un día ocurrirá lo que les ha pasado a los jamaiquinos con el atletismo.
¿Cómo queremos ganar si en Bolivia no hay educación? La promoción de nuestros recursos humanos es escasa. En nuestro país no existen las ligas menores ni el arte ni en el fútbol ni en nada y así queremos ganar mundiales y llenarnos de medallas. Aquí todo es esfuerzo individual, trabajo a pulmón y los deportistas y artistas suelen mendigar por el apoyo institucional y en este camino se pierde talento y esfuerzo.
No vamos a decir que en Bolivia no se han hecho cosas buenas, pero siempre han sido esfuerzos aislados, sin continuidad ni sostenibilidad. Siempre hay uno nuevo y que llega y trata de destruir todo lo anterior con la promesa de crear algo mejor y en ese ir y venir todos se desengañan, se cansan y se dedican a otra cosa, a vender ropa usada, a contrabandear o a crear algún sindicato, únicas maneras de ganar en este país.
Si queremos ganar debemos respetar las reglas. Bolivia nunca será grande con la mentalidad siempre puesta en buscar atajos, en apelar a la “muñeca”, la ventaja y las influencias políticas. En el mundo del éxito no funcionan el “Yo le meto nomás” ni la viveza criolla. Debemos acostumbrarnos y sobre todo, alentar a las nuevas generaciones, a empezar de cero, al esfuerzo y a la constancia en el trabajo honesto y responsable.
Por último, si queremos ganar necesitamos tener bien claros nuestros propósitos y estos deben ser edificantes, cargados de la ética, de la mística del bien común y la responsabilidad social. El triunfo nunca viene solo, siempre lo acompañan una serie de valores que es necesario cultivar y que lamentablemente están muy lejos de una sociedad que gana, pero en el campeonato de los más corruptos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario