martes, 26 de julio de 2011

Cuentos y verdades sobre la pobreza

 Durante los últimos meses, el Gobierno ha estado difundiendo consignas y datos ambiguos sobre la lucha contra la pobreza, auspiciados por la alcahuetería de ciertos organismos internacionales que indican que Bolivia ha dado pasos importantes en la derrota del peor enemigo que tiene el país.

El cuento del “país de ingresos medios” y la disminución de la miseria, han llevado a muchos a pensar que Bolivia está camino a convertirse en la “nueva Suiza”, tal como lo prometió el presidente Morales hace unos años, cuando la realidad es que apenas se han establecido pequeños paliativos a través de los bonos y otras formas de distribución de los ingresos, ya que en lo fundamental la gente sigue en las mismas condiciones y lo que es peor, sin posibilidades de mejorar a través de fórmulas eficaces y sostenibles como el empleo digno, la productividad, la mejora de la calidad de vida y el acceso a servicios básicos.

Un reciente informe, mucho más realista, difundido por la organización Ethos, refleja que Bolivia sigue siendo el país más pobre de América Latina, situación que comparte con los países que han abrazado el populismo, como Venezuela y Ecuador. Esto contrasta radicalmente con otras naciones que sí han alcanzado logros significativos en la derrota contra la pobreza, como Perú y Brasil, donde el camino para lograrlo ha sido el de la marcha paralela entre las políticas sociales y el fortalecimiento económico, a través de la apertura, el fomento de las inversiones, la diversificación y la promoción de las exportaciones, aspectos que en Bolivia han sido aplastadas por el desincentivo de la estatización que castra y paraliza las actividades productivas.

La falta de transparencia en el manejo de las estadísticas y el enfoque enfermizo de los gobernantes en los datos macroeconómicos, llevan a concluir que Bolivia ha disminuido la pobreza extrema. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial aplauden y el presidente se pone contento, pese a que se trata de una verdad a medias, que viene a ser lo mismo que mentir con elegancia. El análisis de la Fundación Ethos, en cambio, fundamenta sus afirmaciones a partir de información sobre los hogares proporcionada por el mismo Estado, es decir, nivel de ingresos, educación, agua potable, servicios sanitarios, condiciones de la vivienda, combustible para cocinar, electricidad y también datos del entorno como salud pública, instituciones, economía, democracia, seguridad pública y medio ambiente. Todo esto lo lleva a afirmar que en Bolivia, el 40 por ciento de la población vive con menos de cinco bolivianos al día y que el problema más importante de la ciudadanía sigue siendo la falta de comida.

La situación de la pobreza en Bolivia y la escasa incidencia que ha tenido el Gobierno de Evo Morales para combatirla ha sido reflejada por diversos estudios, entre ellos por la ONU, que ha desahuciado al país en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio sobre la pobreza. Precisamente, el Programa Mundial de Alimentos, que depende de este organismo, afirmó hace poco que Bolivia todavía se encuentra al lado de Haití, con altos niveles de desnutrición y la situación es solo comparable a naciones del África Subsahariana, India y Mongolia. Nadie puede regodearse con estos datos. Lo triste es que desde el Gobierno los quieran ignorar y mentirle a la población con el fin de ocultar el hecho de que un régimen que predica que es popular y que se enfoca de forma preponderante en “lo social”, se dedica en realidad al despilfarro en aviones, en politiquería, seguridad y armamento.

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