martes, 5 de julio de 2011

Mucho más que poses y discursos


Por segunda semana consecutiva, el gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, se ha portado desafiante con el Gobierno del MAS, que persiste en su lento pero seguro camino por defenestrarlo y conducirlo por lo menos al arresto domiciliario, como ocurrió con su colega beniano Ernesto Suárez Sattori, quien desde hace mucho es simplemente una figura decorativa en una región controlada militarmente por el régimen y administrada por interventores a la cabeza del zar de las fronteras, Juan Ramón Quintana.

Justo cuando el presidente Morales atraviesa por una de las peores crisis de popularidad en el país y las encuestas colocan a Rubén Costas como uno de los líderes que pueden aspirar a una proyección nacional, la agrupación Verdes,  que respalda al gobernador cruceño, decidió convertirse en partido político y lanzó una suerte de cruzada para ponerse en carrera para conquistar el poder en el país. Pese a que el régimen gobernante le envió una respuesta inmediata a través de la reactivación de un juicio por desacato contra Costas, éste se atrevió a retrucar y desafió al presidente Morales a que sea valiente y que lo enfrente en las urnas y no a través de un sistema judicial controlado por el Palacio Quemado. Paralelamente al discurso, la agrupación Verdes pudo restablecer el control de la Asamblea Legislativa luego de la crisis generada por la maniobra que llevó a la cárcel al presidente del órgano deliberante, Alcides Villagómez, quien permanece en Palmasola.

El mensaje impetuoso del gobernador lamentablemente fue acompañado con una señal negativa de división regional, consolidada a través de la ruptura del naciente partido Verdes con la agrupación Nuevo Poder Ciudadano del senador Germán Antelo.

De cualquier forma, puede resultar esperanzador el renacimiento de la oposición regional destinada a recobrar la lucha por la democracia y las libertades ciudadanas en un país que corre peligrosamente hacia la dictadura. Los líderes cruceños han dejado pasar mucho tiempo antes de ser capaces de generar una reacción impetuosa frente a los atropellos cometidos por el Gobierno.

Los dirigentes locales deben remontar primero que nada una crisis de credibilidad de la población, que ha contemplado azorada durante los últimos meses una actitud contemplativa cuando menos y en muchos casos funcional hacia las tropelías del oficialismo. En ambos casos no se puede hablar de otra cosa más que de complicidad y traición a las aspiraciones populares que se aglomeraron en torno a la lucha autonómica y la defensa del patrimonio productivo de la región, seriamente lesionado por el intervencionismo estatal.

Hemos llegado a tal vacío de poder y de impostura en Santa Cruz, que hoy no se habla solamente de ausencia de oposición, sino de la connivencia de líderes que se comprometieron con la ciudadanía para defender la libertad, la propiedad privada y los recursos regionales que hoy están amenazados por hordas cocaleras que están a un paso de consolidar zonas de exclusión como el Chapare o Los Yungas.

Cuando Rubén Costas desafía al presidente es porque sabe que esta región sigue resistiendo con fuerza el avance hegemónico del masismo, posición que jamás ha variado, pero que no ha sido representada fielmente por los líderes que se encumbraron en torno a ella, sino todo lo contrario. Hará falta mucho más que discursos para recuperar la confianza de la gente en una lucha sin cuartel por la democracia y el estado de derecho.

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