viernes, 22 de julio de 2011

La dictadura

Evo Morales mide todo desde su óptica de sindicalista. Eso lo aprendió en el Chapare donde su voluntad es lo más parecido a una ley suprema. Por eso es que llama “sindicato” a la Asamblea Legislativa, donde jamás le han dicho “no” a ninguno de sus caprichos. Muy pronto tendrá también un Poder Judicial sindicalizado, aunque el sistema que está funcionando en la actualidad no tiene nada que envidiarle a la más servil de las federaciones del trópico cochabambino, donde según algunas evidencias, el “jefazo” ha mandado a ejecutar órdenes muy delicadas. Solo hay que escudriñar en el caso que lo llevó a la expulsión del Congreso en el año 2002 para darse cuenta de la grave acusación que hace el periodista Richard Marcelo Romero en el documental “Dictadura Sindical”.

Pese a que el reportaje de Romero no es nada comprometedor y simplemente evoca algunas de las verdades que han circulado de manera muy tenue en el país en los últimos años, un fiscal-sindicalista, a pedido de un viceministro, lo envió a la cárcel acusado de mancillar la dignidad del presidente Morales. Luego de mantenerlo 48 horas detenido, decidió liberarlo previo pago de cinco mil bolivianos de fianza y le aplicó la orden de arraigo, además de la insólita prohibición de referirse negativamente a ninguna autoridad del Gobierno.

El periodista detenido, quien nunca tuvo éxito con la comercialización de su documental, porque en realidad es poco revelador, obtuvo lo que quería. Ahora es famoso, su producción se vende como pan caliente y sobre todo, ha confirmado la tesis que propone el título de su reportaje. La dictadura no solo ha dejado establecido que la libertad de expresión es cosa del pasado en Bolivia sino que también determina quiénes pueden ejercerla y quiénes pueden hacerse llamar periodistas, pese a que en Bolivia no hay ninguna ley del ejercicio profesional en esta área.

Acaban de meter preso al segundo periodista en menos de un mes en el país y el silencio cunde en el ambiente. Es una señal indiscutible de que los métodos dictatoriales están dando resultados. Tampoco se lee y se escucha nada sobre un reciente decreto firmado por el presidente, que les autoriza a pequeños productores de Tarija a exportar seis mil toneladas de azúcar a Argentina, donde obviamente se beneficiarán de precios preferenciales, mientras que para el resto de los productores azucareros nacionales está prohibido exportar y encima están obligados a respetar un precio fijado por el Gobierno.

Las dictaduras son así. Mientras que machacan que gobiernan obedeciendo al pueblo, por otro lado insisten en caprichos personales y de su grupo y se confían que la gente apoyará sin reparos, medidas que afectarán su propio bolsillo. Esa excesiva confianza le provocó un tremendo sofocón al Gobierno en las vísperas de Año Nuevo y lo mismo podría ocurrirle el 16 de octubre, cuando intente darle el tiro de gracia al sistema democrático boliviano.

Todas las encuestas realizadas durante el transcurso de este año han demostrado que Bolivia no es el sindicato de Evo Morales. Al menos no es como él lo piensa. En realidad la última “gran encuesta” se realizó el 4 de abril de 2010, con la elección de alcaldes y gobernadores, que le cerró al MAS el copamiento territorial del país. Ese mismo día el régimen decidió convertirse en dictadura. A mediados de octubre la población dará su veredicto. ¿Será capaz el Gobierno de obedecerle?

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