jueves, 28 de julio de 2011

Entrampados en la droga

Evo Morales quiere hacerle creer al mundo que el único que está
entrampado en las drogas en Bolivia es él y que todo es producto de
un complot armado por Estados Unidos. Todos los días se producen
asesinatos, ajustes de cuentas, secuestros, la coca invade y destruye
miles de hectáreas de parques y reservas naturales, el narcotráfico
toma comunidades enteras y corrompe a los campesinos, la economía
boliviana está narcotizada y cada vez hay más gente que se vuelca a la
producción de droga como única opción laboral y resulta que el
presidente pretende mostrarse como la única víctima de una situación
que precisamente su régimen ha estado tolerando de manera descarada.

Desde que detuvieron en Panamá y llevaron a Miami al ex jefe
antidrogas de Bolivia, René Sanabria, el presidente Morales detuvo su
vertiginosa gira internacional que no había interrumpido desde el
2006. Todas las sospechas que se habían tejido alrededor de esa
inusitada actitud acaban de confirmarse después de que el jefe de
Estado confirmara que siente temor de viajar a Estados Unidos, porque
sospecha que lo quieren incriminar “plantándole” droga en su avión.
Esta acusación, además de infantil y peregrina, impropia de un líder
de su talla, es simplemente un ardid que trata de esconder la
verdadera trampa en la que ha metido el MAS a Bolivia con su política
cocalera.

Con su denuncia hacia Estados Unidos, que viene justamente después del
anuncio del vicepresidente García Linera de que la DEA no volverá
nunca más a pisar el territorio boliviano, el Gobierno parece estar
dándole el portazo final a las relaciones con Washington, que parecían
destinadas a normalizarse después de que –a regañadientes-, las
autoridades nacionales comenzaron a ponerse las pilas en la lucha
contra el narcotráfico. Del otro lado, el Congreso norteamericano
también ha resuelto golpear la mesa con el anuncio de recortar los
últimos 30 millones de dólares de cooperación que se destinan
precisamente a programas de erradicación de cocales y desarrollo de
cultivos alternativos.

Pero con Estados Unidos o sin él y ya sea con viajes, con avión o con
Evo Morales anclado en el mapa boliviano, Bolivia seguirá entrampada,
y peligrosamente dirigida a convertirse en un narco-estado, donde van
a proliferar situaciones como las del norte de México o la Colombia de
los años 80. Los países vecinos ya están protegiéndose de las
consecuencias que ese escenario podría acarrear y sencillamente han
optado por cercar al país con radares, aviones no tripulados, sistemas
de rayos x que revisan todo lo que sale del territorio boliviano, que
obviamente ha recuperado los tristes estigmas que nos dejó la
narco-dictadura de Luis García Meza.

En lugar de hacer absurdas acusaciones, el presidente debería declarar
y reconocer abiertamente que su política de permisividad hacia la coca
ha fallado rotundamente y que para recomponer las cosas necesita de la
urgente cooperación internacional, no importa de dónde venga. El
mandatario necesita asumir de una vez, que ya no es el jefe de un
sindicato que defiende una causa particular y mezquina que amenaza con
llevar al país a la destrucción total. El narcotráfico se le ha salido
de las manos al Gobierno. Lo ha entrampado, lo tiene a su merced y muy
pronto la conducción gubernamental, las instituciones y las leyes
estarán en sus manos.

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