domingo, 17 de julio de 2011

La última oportunidad de la democracia

Ha resultado peor de lo que se esperaba el circo montado alrededor de la elección de jueces y magistrados del Órgano Judicial. Al grotesco desfile de militantes del MAS que aspiran a ponerse la toga y el birrete, a la farsa de la selección y las entrevistas, se ha sumado un espectáculo impresentable en el ruedo de la Asamblea Legislativa Plurinacional, donde se impuso el “planchazo” oficialista gracias al rodillo que le otorga el dominio de los dos tercios del plenario.

Los legisladores del MAS, considerados por el presidente Morales como “su sindicato”, actuaron en función de una consigna ya establecida desde arriba, lo que no permitió ni siquiera poner en común los antecedentes, la preparación y el nivel intelectual de los candidatos. Más que un circo, parecía un remate, en el que los ejemplares se ofrecen en “lote” y se los va marcando a medida que pasan por el brete. Se trata de la mayor degeneración nunca antes vista de un proceso democrático y que supuestamente es histórico a nivel mundial.

Con la aplicación de sus maniobras, el oficialismo acaba de asegurarse por ejemplo, al  menos el 60 por ciento de las candidaturas para los tribunales Constitucional y Agroambiental, lo que equivale a decir que 33 de los 56 postulantes a estos órganos judiciales han sido funcionarios de Gobierno, algunos de cuales acaban de dejar sus cargos  para habilitarse como candidatos, sin contar por supuesto a otros aspirantes que ya formaban parte del Poder Judicial y que habían sido designados a dedo por el régimen de Evo Morales.

Legisladores del MAS no han tenido empacho en admitir que antes de la votación se produjeron varias reuniones partidarias para consensuar los nombres de los candidatos por quienes emitirían su voto. Esta actitud desdibuja por completo todo el discurso que dio origen a la propuesta de elegir a los jueces por el voto directo, sobre la base de los méritos de los postulantes y no por medio del cuoteo político, que en este caso es simple y sencillamente una decisión totalitaria que los diputados y senadores del oficialismo han tenido que acatar a pies juntillas.

Es después de esta burda manipulación cuando se termina de entender el cerrojo que el régimen pretende ponerle a los medios de comunicación a través de fuertes censuras a la libertad de informar sobre los candidatos, orden que ha sido cuestionada por una delegación de veedores de la Organización de Estados Americanos (OEA) que hasta ahora han estado validando un proceso que ha perdido todo indicio de legitimidad.

Es obvio que frente a este contexto el ciudadano común se queda sin opciones. El día de las elecciones fijadas para el 16 de octubre, no tendrá otra salida más que votar en medio de listas totalmente manipuladas por el Gobierno y en las que no ha tenido la más mínima intervención. La única alternativa que le corresponde por derecho legítimo, es convertir a estos comicios en un plebiscito, tal como lo han señalado ya varias agrupaciones políticas que han decidido impulsar el “voto nulo”, como rechazo a un proceso bastardo, cuyo único fin es facilitarle al MAS el copamiento del Poder Judicial. Esta vendría a ser la única manera de salvar a la democracia de las garras del absolutismo.

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