El “bullying” es definido como hostigamiento, matonaje, maltrato verbal o físico producido de forma reiterada. Los protagonistas suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia. Se trata de una forma extrema de violencia, una especie de tortura metódica y sistemática en la que el agresor somete a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de los compañeros. El objetivo de la práctica es intimidar, apocar, reducir, someter, aplanar, amedrentar y consumir, emocional e intelectualmente a la víctima, con vistas a obtener algún resultado favorable para quienes acosan o satisfacer una necesidad imperiosa de dominar, someter, agredir, y destruir a los demás, que pueden presentar los acosadores como un patrón predominante de relación social con los demás. Quien desarrolla conductas de hostigamiento hacia otros busca obtener el reconocimiento y la atención de los demás, de los que carece, llegando a aprender un modelo de relación basado en la exclusión y el menosprecio de otros. Recientemente el periodista argentino Ricardo Trotti dijo en un artículo publicado en El Nuevo Herald, que los medios y los opositores están sometidos a “bullying gubernamental” en algunos países de América Latina. Es la mejor definición que se ha escuchado hasta ahora.
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