jueves, 18 de octubre de 2012

Música para mis oidos



Cuando éramos chicos nuestros padres nos torturaban para que saquemos buenas notas en las “materias más importantes” del colegio: Matemática, Física, Química, Geometría y mejor no sigo porque se me baja la autoestima. Estas asignaturas estaban en primer lugar en la libreta, mientras que las otras, “las fáciles”, estaban en el fondo y nadie les daba importancia, ni siquiera el colegio y los profesores, que normalmente eran los más flojetones y permisivos, muy apegados a poner siete (la máxima nota en mis tiempos).
Entre las materias “blandas” estaba Música. Nadie aprendía nada más allá de cantar el himno nacional, un par de cantos patrios, dos taquiraris y alguna cueca. Ni me acuerdo cuántas rayas tiene un pentagrama y la única de las notas que podría reconocer es la negra, aunque creo que también había una blanca, pero ni me pregunten cómo suena.
Hace menos de un mes en Suiza (¿dónde más?) el 73 por ciento de la población aprobó en un referéndum la modificación constitucional que pretende reforzar la formación musical en la Educación de los niños. A partir de esta medida, la Música adquiere el mismo nivel que la Matemática o la Lengua cuando se valoran las competencias de los estudiantes. ¿No será mucho? Pues no, ya que la música provoca en los niños un aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración; mejora la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento complejos; estimula la capacidad para expresarse; fortalece el aprendizaje en general; promueve la creatividad y la imaginación; al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio y el desarrollo muscular; provoca la evocación de recuerdos e imágenes con lo cual se enriquece el intelecto y estimula el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del desarrollo.

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