martes, 9 de octubre de 2012

Chávez y el miedo al cambio

Solo en América Latina, en algunos feudos africanos y en muy pocos territorios asiáticos se puede concebir que sigan existiendo viejos fenómenos políticos como el que expresan Fidel Castro y Hugo Chávez, calcados de los viejos modelos caudillistas y dictatoriales del pasado, como lo fueron la dinastía Somoza, el régimen de Stroessner, el “Banzerato” en Bolivia, la dictadura de Pinochet y la larguísima tiranía de Leónidas Trujillo en República Dominicana.

El dilema de los venezolanos era muy duro el pasado domingo. Tenían que elegir entre una promesa de cambio con tonos caudillistas y un caudillo hecho y derecho, dotado de una enorme capacidad para capear el caos, para vender  ilusiones y mantener al pueblo convencido de que se está avanzando en la lucha contra la pobreza, cuando en realidad el régimen solo reparte las migajas que le sobran de la orgía en la que se mantiene hace 14 años. ¿Ignorancia? ¿Engaño? ¿Hasta dónde puede llegar? Todo es posible en la construcción de  una gran mentira. En Bolivia se machaca que a fuerza de bonos (1,8% del presupuesto) se va a llegar a Suiza y que el Estado Plurinacional salvó la minería porque ¿hizo crecer los precios en China? De ahí en más, cualquier cosa.

Qué ganas va a tener de cambiar un país que cada vez produce menos, pero que gana siete veces más gracias al precio del petróleo y donde el dinero parece caerles de arriba. El miedo a que se les rompa ese esquema, que venga un día alguien y los ponga a trabajar, a crear e inventar, en lugar de estar reventando cohetes, espiando a la gente, pagando militares para atropellar y encarcelar, fue el que hizo que todos se aferraran a lo “malo conocido”, porque al igual que en Bolivia o en Venezuela, ya sea de izquierda o de derecha, populista o neoliberal, la estructura ha sido siempre la misma, porque muchas cosas han cambiado, desde el nombre del país y los colores de los símbolos patrios, pero jamás ha sido modificada la mentalidad, como está sucediendo en Perú o como ya ocurrió en Brasil o Chile.

¿Podemos aspirar a ser como Brasil o Chile? Claro que sí, ellos lo han logrado y están saliendo de sus problemas estructurales, al mismo tiempo que fortalecen su democracia sin recetas mesiánicas ni caudillismos extremos. Pero el peligro también es que en lugar de ir para ese lado, nos vamos para Cuba, donde la gente ha hecho dejación de libertad, no solo porque vive en un estado carcelario que encierra incluso a aquellos que considera una amenaza potencial, sino porque la gente se dejó llevar por el letargo socialista que lo sumió en una mediocridad que se parece más a la mendicidad (con el Estado).

Después de 20 años de chavismo y en el mejor de los casos, Venezuela seguirá en las mismas condiciones actuales, con graves deterioros en sus indicadores como lo demuestran numerosos organismos internacionales. Tendría que pasar algo muy grave, como la caída del precio del petróleo a cifras muy bajas para que la situación se ponga oscura y tal vez sea el momento de que Chávez deje el poder, porque así es: el socialismo siempre se termina cuando no hay plata para repartir. El problema será empezar de cero nuevamente. Es la eterna historia de América Latina.

De cualquier forma, el domingo hubo tres noticias para destacar. Cifra récord de votantes, un 45 por ciento de voto opositor y un 13 por ciento menos de votos a favor de Chávez. Esas son señales de advertencia para el caudillo. Ojalá le sirvan para modificar el rumbo.

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