miércoles, 10 de octubre de 2012

Venezuela y nuestro plato de lentejas


El gabinete en pleno ha festejado con una ofrenda a la Pachamama el triunfo de Hugo Chávez en las elecciones del pasado domingo, lo que le asegura seis años más en la conducción del país caribeño y dos décadas en total en el Palacio de Miraflores.

¿Hay razones para festejar? Claro que sí, el régimen de Evo Morales se debe en gran parte al padrinazgo del líder bolivariano, quien no ha escatimado sus petrodólares para expandir sus dominios por toda América Latina, proceso que se vio interrumpido el 28 de junio de 2009, cuando las fuerzas vivas y la institucionalidad hondureñas le pusieron un alto a los abusos contra el Estado de Derecho que estaba perpetrando el mandatario Manuel Zelaya. Este acontecimiento vino acompañado de un viraje ideológico en la región ante las evidentes señales de que los carriles derecho (Colombia, Chile y Perú) y central (Brasil y Uruguay), avanzan mucho más rápido y con mayor seguridad que la banquina del Socialismo del Siglo XXI, conformada por Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

Durante siete años, el Gobierno masista ha recibido asesoramiento, transporte gratis, ayuda militar, soporte de inteligencia y obviamente, dinero en efectivo para repartir a diestra y siniestra, recursos que en principio se pensaba eran parte de un gesto de bondad bolivariana, pero que hoy en día se sabe que esos 60 millones de dólares hay que pagarlos, al igual que los 420 millones que le debemos en diesel y otros hidrocarburos que nos vende Venezuela, desde que Bolivia entró en una crisis energética.

¿Qué dio a cambio Bolivia para merecer tanta generosidad venezolana? En primer lugar, el ascenso del MAS al poder, supuso necesariamente la ruptura del negocio más grande que tenía en puertas el país con la venta de gas a Chile, Estados Unidos y México y el ingreso a la eran del LNG, que hubiera supuesto nuestra consolidación como eje gasífero del Cono Sur y la expansión de las reservas gasíferas bolivianas.

Someterse al cuadro ideológico chavista, que utilizó la amenaza del Gasoducto del Sur (un invento perverso) para contener los ímpetus del proceso de cambio en relación al gas, nos ha conducido a un triste cuarto o quinto lugar en el ranking gasífero continental, muy lejos de Venezuela, que supo proteger muy bien su liderazgo en la materia.

Por sujetarse a Venezuela, Bolivia se ha peleado con todos sus aliados, incluso con Brasil y principalmente con Estados Unidos, nuestro principal socio comercial. El régimen chavista nos introdujo en el sistema del ALBA que no produce más que lindas promesas y buenos discursos. En resumen, Bolivia se quedó sin la ATPDEA, sin mercados para sus productos, sin el auxilio de los mecanismos de integración como la CAN, que Chávez se encargó de echar abajo y ahora tenemos que sufrir cierre de fábricas y pérdidas de miles de empleos.

Por Chávez, Bolivia llevó las relaciones con Estados Unidos a un extremo al que nadie ha llegado, ni siquiera Venezuela, que jamás ha incumplido sus compromisos de exportación de petróleo al “temible imperio”. Trastocar las relaciones con Washington no solo ha sido un mal negocio, sino que ha llevado al país a una delicada situación en materia de narcotráfico, de la cual se acaba de quejar el propio presidente, pues está comprobado que pueblos enteros se están dedicando a la producción de droga, con la participación de bases y dirigentes relacionados con el oficialismo. Demás está decir que Venezuela ha sido calificado como un “narco-estado” y que las alianzas que busca en la región se dirigen en ese sentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario