Todos los militares del país (menos los suboficiales que siguen siendo víctimas de las represalias del Gobierno) coinciden que nunca habían estado tan bien. Equipamiento, armas, aviones, beneficios, prebendas, cuarteles, instalaciones y muchos desfiles, como les gusta a todos, sobre todo a los dueños del poder que usan a las Fuerzas Armadas para intimidar a la población, pues en Bolivia no existe posibilidad de conflicto a no ser el interno. Esa es la función principal esencial de nuestros queridos uniformados.
El presidente Morales ha anunciado más ventajas para los militares. Dice que destinará un fondo especial de los recursos del gas para construir más cuarteles y seguramente equipar mejor a las diferentes fuerzas, cuya misión es resguardar la soberanía nacional. ¿Resguardarla de quién? ¿De qué?
Los militares deberían sentirse orgullosos de semejante honor que le concede el régimen, pues ni siquiera la salud o la educación, por citar dos funciones elementales del Estado han merecido esta prioridad que los pone en el primer lugar en la escala presupuestaria de la nación. Todo sea por la soberanía.
Mientras el jefe de Estado llenaba de júbilo los corazones y los bolsillos de los militares con su nueva promesa, luego del gran desfile celebrado en la ciudad de La Paz, el presidente de la Asociación de Autos Indocumentados, Félix Mamani, amenazaba desde un lugar en el Chapare que van a linchar a cualquier policía que intente decomisar los vehículos ilegales que tienen en su poder, muchos de los cuales son robados en países vecinos y/o intercambiados por cocaína. El trópico cochabambino se ha convertido en la zona con mayor cantidad de linchamientos del país y de a poco se convierte en tierra de nadie, donde las fuerzas del orden no tienen pisada.
Lamentablemente hay muchos antecedentes que dejan muy claro que lo de Mamani no es una simple bravuconería. Hace unos años asesinaron a varios policías en un ayllu potosino cercano a Uncía que se había declarado “zona de protección de chuteros y narcos” y hasta ahora ese crimen no ha sido esclarecido. Producto de esa impunidad, proliferaron las narcocomunidades en todo el país, donde no son pocas las veces que han corrido a tiros a la policía y a los militares que se plegaron a la lucha contra el contrabando, que hasta ahora no han podido hacer nada contra la salida irregular de combustibles que le ocasiona un grave daño económico al país.
Pese a que hay quienes dicen que el gobierno actual ha hecho el mayor esfuerzo por la organización del Estado en la historia de Bolivia, nadie puede negar que el territorio nacional está perforado por la economía ilegal y sería imposible pensar que los militares –mejor equipados que nunca-, no están enterados de todo lo que está ocurriendo. Brasil ha mandado a custodiar con decenas de miles de uniformados su frontera con nuestro país ante la avalancha de droga, armas y otras mercancías ilegales; han tenido que invertir en aviones robot para controlar el espacio aéreo de las incursiones de “bandadas” de avionetas cargadas con droga. Llaman “emisarios” a los miembros de los cárteles internacionales que operan en el país ¿Los militares piensan los mismo? ¿No creen que la soberanía nacional está en riesgo? ¿No consideran que hay algo malo en todo esto?
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