Ha causado desazón la noticia del cierre del colegio Las Américas, una prestigiosa institución educativa con 36 años de impecable trayectoria. Su director, Tito Gómez, ha lamentado la situación económica insostenible en la que ha caído la entidad producto de las restricciones estatales que obligan a elevar los salarios de los profesores en un diez por ciento y a pagar el doble aguinaldo, pero les prohíben elevar las pensiones más allá del 5,9 por ciento. Además de estas políticas, los colegios privados y los que están administrados por comunidades religiosas tienen que soportar el acoso estatal a través de la hiperfiscalización, con auditorías, inspecciones, multas y toda una serie de controles a los que están sometidas todas las empresas privadas legales de este país. Esta será una experiencia muy dura para los 656 estudiantes del colegio Las Américas que deberán buscar dónde irse y seguramente muchos optarán por una escuela pública, donde la calidad de la educación deja mucho que desear. Lo peor de todo es la lección que reciben esos chicos, quienes seguramente pensarán que en Bolivia es mejor ser chutero, ropavejero, informal, cocalero o contrabandista. Ellos tienen todos los derechos garantizados, incluyendo el no pago de impuestos.
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