viernes, 2 de octubre de 2015

Centralismo blindado

Cuando las autoridades hablan de blindaje olvidan aclarar que no es el país es el que está protegido contra la crisis, tampoco el Estado en su conjunto, sino el gobierno, especialmente la administración central, que sin duda alguna sufrirá los efectos del bajón de los ingresos, pero no en la medida de las gobernaciones y los municipios.
Según cálculos que hace el economista investigador Javier Revollo Pizarroso, quien acaba de publicar un libro sobre las finanzas públicas, apenas el 25 por ciento de los recursos que maneja el centralismo dependen de los hidrocarburos y la minería, mientras que las gobernaciones corren el riesgo de desaparecer si continúa bajando el precio de petróleo, pues el 90 por ciento de los fondos que manejan estriban en el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), en tanto que la incidencia en el caso de los municipios es del 36 por ciento.
Eso nos lleva a concluir que pese a todas las amenazas, el centralismo goza de buena salud, no solo porque maneja más del 85 por ciento de los recursos públicos, sino porque en caso de graves problemas se verá fortalecido en la misma medida en que se debilitan las instancias estatales subnacionales. Aquello de los fideicomisos son migajas en comparación a lo que van a perder los gobiernos departamentales y hablar de generar recursos propios son puras pamplinas, pues el gobierno central no hace más que impedírselo constantemente (siempre lo ha hecho) y cerrarle la llave de paso cada vez que le viene en gana.
El título del libro de Javier Revollo es “Vulnerabilidad de las finanzas públicas” y ha sido auspiciado por la Fundación Konrad Adenauer, una institución que al igual que la Fundación Jubileo estuvieron insistiendo en el Pacto Fiscal como método de democratizar los recursos fiscales del país, proceso que ha sido descartado porque el centralismo no quiere soltar la mamadera. Ambas instituciones coinciden en que el desarrollo de un país radica en el impulso de los gobiernos locales, así lo han hecho las grandes potencias y naciones que han conseguido salir del atraso.
De cualquier forma, el blindaje del centralismo del que hablamos es a corto plazo, pues el resto de los ingresos que percibe el Tesoro General de la Nación se achicarán indefectiblemente cuando los factores externos comiencen a afectar al resto de la economía, a todas las actividades que han estado generando impuestos, aranceles, multas y todo lo que hace el aparato estatal para exprimir a los escasos contribuyentes.
Esa vulnerabilidad de la que habla Revollo  no solo radica en el hecho de que nuestra economía depende de factores exógenos, sino porque las finanzas públicas son poco transparentes, son rígidas, están ancladas al gasto burocrático, no sirven para incentivar el aparato productivo y no tienen un factor de salvaguarda, una suerte de fondo de reserva para disponer en situaciones de extrema necesidad. Existen las Reservas Internacionales Netas, pero ese es un dinero que quedará chico para lo que se viene.

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