viernes, 23 de octubre de 2015

Créditos chinos


Con el crédito de siete mil millones de dólares que le concederá el gobierno chino a Bolivia, el régimen nacional acaba de agregarle el ingrediente que le faltaba al coctel explosivo que nos mandará directo a la crisis y que podría repetir la triste experiencia de los años 70 que derivó en la hecatombe de finales de esa década y principios de los ochenta, con hiperinflación, escasez, convulsión social e ingobernabilidad.
En aquella ocasión fueron los abundantes petrodólares, concedidos a los dictadores militares sin ningún tipo de control ni exigencia, los que ayudaron a precipitar y agudizar la época de vacas flacas, de idénticas características a la actual, es decir, caída de los precios de las materias primas. Cómo no recordar aquellos tristes días de la UDP, pero lamentablemente muy pocos tienen en cuenta los antecedentes de ese desastre y por eso aplauden el "gran logro" de haber conseguido el crédito chino.
Los países latinoamericanos, especialmente los que están en manos de los populistas, no han dejado de endeudarse en la última década y lo han hecho de manera compulsiva,  pese a que ha sido la mejor época de su historia, con ingresos nunca antes vistos, capaces de transformar la realidad de pobreza y dependencia, pero lamentablemente la realidad es muy distinta, pues todo se ha traducido en derroche y corrupción, como lo muestran muy claramente Brasil y Venezuela, por citar los ejemplos más graves.
En el caso del endeudamiento, un viejo karma latinoamericano, estamos repitiendo la misma irresponsabilidad, impulsados por los mismos factores externos,  pues esta vez es China, en lugar de los petrodólares, la que han estado induciendo el entrampamiento del continente.
Solo en el 2014, China inyectó más de 22 mil millones de dólares en América Latina, un 70 por ciento más que el año anterior, con una acumulación de 120 mil millones desde el 2005. De acuerdo a las previsiones que han hecho algunos organismos internacionales que han alertado sobre este peligroso fenómeno, los chinos tienen todavía 130 mil millones disponibles para entregar a nuestros países y de ahí salen precisamente los siete mil millones para Bolivia.
Los préstamos otorgados por China al continente superan a los créditos del Banco Mundial y del Banco Interamericano juntos y el país que más dinero recibió ha sido precisamente Venezuela, que espera totalizar 50 mil millones, según un acuerdo firmado el 2007.
Y de la misma manera que en los años 70, cuando los créditos fueron usados por las potencias del bloque occidental para ganar adeptos en plena guerra fría, hoy China utiliza el dinero como política exterior, para competir con Estados Unidos, para darle una utilidad al inmenso superávit en su cuenta corriente y sus reservas y por último, para compensar la desaceleración económica que viene experimentando.
Lo peor de todo es que China otorga préstamos como si fueran cheques en blanco, sin ninguna exigencia por lo que simplemente vienen a fomentar la irresponsabilidad financiera de los gobernantes. Para colmo de males, el costo crediticio de los chinos es mucho más alto. Lo demás es historia repetida, aunque está muy lejos el tercer milenio como para que la Iglesia Católica gestione un nuevo perdón de la deuda externa.¿Nos perdonarán los chinos?

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