sábado, 18 de febrero de 2012

Instrucción o tortura

Seguramente los militares se le han quejado al presidente por las restricciones que tienen para tratar a los soldados y el jefazo, muy propenso a pensar en voz alta, ha lanzado la idea de flexibilizar los derechos humanos dentro de los cuarteles, una idea que desde ya, viola uno de los principios fundamentales que respaldan a las garantías jurídicas más elementales. No existen derechos humanos para civiles y otra para militares. Si fuera así, “que venga el diablo y escoja”. Quien haya ido al cuartel y el presidente fue uno de ellos, sabrá que muchas veces se confunde instrucción con tortura. Los pobres soldados son sometidos a ciertas jugarretas bastante macabras de los cabos y sargentos, que han terminado en muerte en demasiadas ocasiones. Si esos métodos, que seguramente sirven de catarsis para los oficiales, fueran efectivos, nuestros cuarteles fueran centros de referencia internacional para el entrenamiento militar, cuando en realidad son más famosos por hechos como el que sucedió no hace mucho en la frontera con Chile (léase “autos chutos”). Nadie está en contra de una buena “chocolateada” o que los soldados suden la gota gorda en sus entrenamientos, pero de ahí a torturarlos dista mucho.

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