Están en la mala los tarijeños. Pese a que son los herederos de un pueblo que votó masivamente por pertenecer a Bolivia, el país no lo anda tratando muy bien que digamos. Sus problemas comenzaron a empeorar cuando se convirtió en la principal potencia gasífera nacional. Todo lo que les ha sucedido tiene su origen en esta “bendición” que muchos la llaman de otra manera. Los tarijeños están acoquinados con los problemas políticos, andan peleados con sus vecinos los chuquisaqueños, quienes reaccionan azuzados por el mismo centralismo que los ha humillado en numerosas ocasiones. Los tarijeños paralizaron gran parte del país más de una semana por las regalías del campo Margarita, bloquearon y cortaron la comunicación con dos países vecinos. Al cabo de ocho días firmaron un acuerdo con autoridades de Gobierno, que días después aclararon que era “de pliqui”. Recientemente se han enterado que la provisión de gas natural a Tarija será restringida, lo que perjudicará a industrias, domicilios y comercios. La ampliación del gasoducto Villamontes-Tarija sufrirá un retraso considerable, lo que no hace más que prolongar el suplicio de los tarijeños.
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