miércoles, 17 de agosto de 2011

Bolivia se apaga

Las empresas que distribuyen energía eléctrica le han pedido a la población, comenzar a hacer uso racional de artefactos como planchas y duchas. ¿Cuánto falta para que lleguemos al extremo que llegó Venezuela hace un par de años, cuando el presidente Chávez, en tono amenazante, le exigió a la gente ir al baño con una linternita y bañarse en no más de tres minutos?

Las autoridades deberían ser lo suficientemente sinceras, tal como lo hizo Hugo Chávez, y comunicarle a la ciudadanía en qué situación nos encontramos. El hecho es que mientras el Ministerio de Energía sigue atribuyendo los apagones a hechos fortuitos, la falta de electricidad ha comenzado a afectar seriamente y de manera recurrente a las industrias del eje central del país y solo en Santa Cruz, más de 100 mil personas se quedaron sin el fluido, lo que además repercute en la falta de agua potable.

La desesperación es mala consejera y parece haberse apoderado de los responsables del sector. A la versión de los accidentes, se ha sumado también la atribución de la causa de los apagones a un supuesto impulso económico en el país que ha generado la sobredemanda de electricidad. Esta explicación, que en realidad trata de atribuir una falta de previsión a los anteriores gobiernos, aumenta aún más la incertidumbre, porque esconde el verdadero problema, consistente en la ausencia de capacidad técnica de los funcionarios que el Estado Plurinacional puso a administrar las empresas encargadas de la generación que fueron nacionalizadas hace poco más de un año. Se trata del mismo fenómeno que se dio con la estatización de los hidrocarburos, proceso que transformó a Bolivia de exportador a importador compulsivo de carburantes y lubricantes.

El populismo secante, que antepone los caprichos del caudillo a la racionalidad en el manejo económico, terminó por destruir la industria petrolera boliviana y todos sabemos las consecuencias que eso trajo para el país, que lleva ya seis años de una sequía de inversiones que ha puesto a Bolivia al borde de la crisis energética. Nadie quiere sospechar lo que ocurrirá si ese mismo problema se da en el campo de la generación eléctrica, cuya incidencia en las actividades económicas, grandes y pequeñas, es mucho mayor, sin posibilidades además, de recurrir a fuentes alternativas y mucho menos a la importación.

El presidente Morales acaba de viajar a China, donde ha obtenido importantes compromisos de inversión en el país. ¿Qué van a hacer los empresarios chinos cuando se enteren de que en Bolivia no es posible montar una empresa y echarla a andar por falta de energía, como sucede con la firma hindú Jindal y el proyecto siderúrgico del Mutún, desde hace cuatro años? Muchos emprendimientos en Santa Cruz, en El Alto, en Tarija y otros sitios, han tenido que estancarse ante la carencia de gas natural. Otros recurrieron a la electricidad, con un costo mayor y ahora están amenazados de muerte ante el posible agravamiento de los apagones.

Nuevamente, insistimos en que la primera reacción del Gobierno frente a este problema debe ser la sinceridad para que la ciudadanía pueda tomar conciencia y sumarse a un programa de racionamiento que evite que unos sufran más que otros y al mismo tiempo permita que las actividades productivas se mantengan en marcha y que no se lesione el empleo y el volumen de producción. También se espera que el Estado Plurinacional deje a un lado sus absurdas mezquindades y recurra a los mejores elementos humanos capaces de dar con las soluciones definitivas.

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