miércoles, 3 de agosto de 2011

Dejar de ganar, dejar de 'fregar'

El vicepresidente Álvaro García Linera hizo una insólita declaración el pasado viernes en la localidad de Okinawa, al norte de Santa Cruz, donde acudió a la celebración del “Día Nacional del Trigo”. “Dejen de pensar en la ganancia”, les dijo a los agricultores, luego de verificar que los cultivos de trigo han caído en un 50 por ciento este año, pese a que supuestamente está en marcha un plan del Gobierno destinado a conseguir el abastecimiento total de este cereal en el país.

Según el vicepresidente, los agricultores prefieren sembrar otros productos como la soya porque son más rentables y descuidan el interés nacional que supone dirigirse al trigo. Lo que no dice y que jamás va a reconocer es que en los últimos años no solo ha disminuido la producción triguera, sino que también ha caído la siembra de caña de azúcar, de arroz, de maíz y por supuesto, también de la soya, un poco por la sequía, pero sobre todo, por las fuertes restricciones que ha estado aplicando el régimen de Evo Morales a las exportaciones y a los precios. Por si no lo sabe García Linera, todos los silos del país están abarrotados de soya que no se puede exportar por culpa de los cupos establecidos por el Gobierno. Todo, para evitar por supuesto, que los agropecuarios prosperen y puedan así expandir sus cultivos no solo hacia el trigo como él mismo lo está planteando.

Si hoy los agropecuarios están ganando dinero, como dice el vicepresidente, es porque los precios internacionales se mantienen elevados, ya que desde el punto de vista del volumen, los números reflejan una retracción que lógicamente ha ocasionado escasez y la consiguiente necesidad de importar cantidades crecientes de alimentos.

Es inaudito que frente a la demanda de alimentos en el mundo, frente a los precios favorables y frente a la urgente necesidad de producir más en Bolivia para evitar el desabastecimiento, el régimen insista en sus restricciones y en sus posturas anacrónicas como la expresada en Okinawa.

Lo que ha reconocido con su declaración, que pinta de cuerpo entero al “proceso de cambio” es el fracaso de todos los planes que ha puesto en marcha el Estado Plurinacional para controlar la producción, a través de fórmulas atávicas como la economía comunitaria, el capitalismo andino y otras categoría que sólo figuran en la mente de los intelectuales. Es obvio que el régimen ha conseguido arrinconar a los grandes productores, pero el costo ha sido muy alto y ahora tiene el tupé de quejarse, como lo han venido haciendo todos los agentes gubernamentales que acaban de darse cuenta del grave daño que le causaron al país al restringir la producción agropecuaria en el oriente boliviano, responsable de la alimentación de casi el 80 por ciento de la población boliviana.

“Con la comida no se juega” y este Gobierno ha derrochado irresponsabilidad en el manejo de este asunto que terminará por ocasionarle más de un problema. Estamos a mitad de la zafra cañera  y está comenzando a faltar el azúcar, porque obviamente la producción no será suficiente para el pleno abastecimiento. Los ingenios están cumpliendo con el convenio de entregar el azúcar de acuerdo a los canales y el precio establecido por las autoridades nacionales y aún así, el producto desaparece de los mercados. ¿Qué va a hacer el vicepresidente? ¿Pedirles a los cientos de miles de comerciantes minoristas que no ganen mucho? Será muy duro salir del círculo vicioso en el que metió el Gobierno a la producción a la que ha estado tratando de “fregar” incansablemente desde el 2006.

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