jueves, 4 de agosto de 2011

La cultura olvidada


Me puse a renegar la otra noche por el tráfico infernal en la avenida Grigotá pero me fui calmando cuando noté que se trataba del gigantesco desfile folclórico de los paceños. “Todo sea por la cultura”, me consolé y seguí mi camino algo zigzagueante rumbo al apacible Mapaiso. Al día siguiente pasé por el mismo lugar y quise ver si quedaban rastros del impresionante despliegue “cultural” y con lo único que me topé fue con una avenida alfombrada por toneladas de plásticos, envases y toda clase de basura. 
 
La confusión suele ser grande cuando hablamos de cultura y por lo general apenas llegamos incluir en esta dimensión tan amplia, fenómenos como el folclore y las costumbres. Teóricamente Bolivia está viviendo una “revolución cultural”, proceso que apenas alcanza al idioma, el charango, la diablada y el ekeko, manifestaciones que los agentes del cambio ponen en alto relieve mientras que descuidan otros rasgos muy importantes de la cultura boliviana.
  
En algo me alentó conocer que la flamante Universidad del Tawantinsuyo de la Ciudad de El Alto, incluirá el estudio de la quinua entre sus carreras, pero me decepcioné tras conocer que usarán  este precioso y nutritivo cereal en una materia dedicada al aprendizaje de ceremonias ancestrales, porque consideran que la quinua tiene poderes para adivinar el futuro. En Nueva York, un plato de ensalada con quinua cuesta más de 30 dólares. La compran de unos campos de cultivo que hay en California, donde hay universidades que están desarrollando nuevas variedades adaptables a cualquier tipo de clima. Estados Unidos ya es el tercer productor de quinua del mundo y al paso que va, no demorará en rebasar a Perú y Bolivia, donde se comenzó a plantar quinua hace muchos siglos. Cuestión de cultura.

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