lunes, 22 de agosto de 2011

Golpes bajos

 El que se enfrenta al Gobierno se vuelve su enemigo y a partir de ahí todas las armas son válidas. Hasta hace unos días, el régimen de Evo Morales supuestamente pretendía dialogar con los indígenas que marchan hacia La Paz y consultarles sobre la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, algo que perdió toda credibilidad porque el ministro de la Presidencia se encargó de aclarar que todo eso era una farsa. El presidente Morales no cederá ante el pedido de trasladarse hasta el camino para negociar con los marchistas. Bastante se ha “rebajado” últimamente con las disculpas del gasolinazo, el decreto sobre el transporte y otros tropiezos cometidos por el régimen, como para ceder ante el pedido de un “cara a cara” con los dirigentes de la Cidob. Ayer el jefazo expresó la señal más clara de que su pretensión es ir a la guerra y lo hizo al mostrar supuestas pruebas de que uno de los líderes indígenas ha mantenido contactos telefónicos con personal de la Embajada de Estados Unidos, a la que acusó de promover los conflictos en el país. Las evidencias son producto del espionaje montado por agentes de seguridad del Gobierno, cuyo interés no solo se vuelca a perseguir a los opositores, sino también a los que apoyan el cambio. El ministro de la Presidencia, Carlos Romero, se sumó a los golpes bajos y acusó a los indígenas del oriente de traficantes de madera.

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