Con muy mala fe, el presidente Morales se burló del arzobispo de Cochabamba, Tito Solari, cuando este denunció que en el Chapare cada noche se escucha intensa actividad aérea muy sospechosa que el Gobierno debería investigar. “Serán pues los mosquitos”, dijo en su clásico tono socarrón el primer mandatario, como tratando de deshacerse de un tema que él conoce perfectamente. Tres años después de aquel episodio tan locuaz del jefazo, se conoce que en los países vecinos no saben cómo atrapar la inmensas nubes de “mosquitos” bien cargadas con cocaína que atraviesan todos los días la frontera. En Paraguay andan preparando sus fuerzas antiaéreas, en Chile quieren instalar una barrera electrónica y en Brasil han colocado nada menos que 6.500 soldados en las áreas de mayor tráfico de drogas. Cómo será la epidemia, que hasta el Gobierno boliviano ha anunciado que se sumará a la cacería y no precisamente con mosquiteros y Baygón. El Estado acaba de comprar seis aviones chinos, con los cuales, según Evo Morales, van a derribar los aviones que ingresen ilegalmente al territorio nacional. Si le hubiera hecho caso al monseñor Tito en aquella ocasión, tal vez el presidente Morales no estuviera tan amenazado por el “dengue blanco”.
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