domingo, 4 de diciembre de 2011

Cumbre para dividirnos más

Al MAS no le alcanzó más de un año y medio para aprobar una Constitución que había sido redactada de antemano por “especialistas” extranjeros. ¿Para qué le pueden servir apenas unos días de discusión, tras seis años perdidos en politiquería y despilfarro?

¿Qué se puede arreglar en un par de días de Cumbre Social? ¿Qué solución se puede buscar en ese “entreviero” que está  organizando el oficialismo? 300 delegados del Conalcam, otros 200 de las bartolinas más un tanto de los dirigentes campesinos de la Csutcb y una buena dosis de cocaleros ¿Qué nivel de análisis puede haber en esa montonera? No es por desmerecer a los asistentes, pero lamentablemente el Gobierno nos tiene acostumbrados a esas asambleas de puños levantados, arengas y vivas al caudillo.

Las autoridades nacionales juran y aseguran que lo están haciendo muy bien en todos los campos. Hace unos días el vicepresidente habló durante horas de lo expertos que habían sido para administrar las empresas nacionalizadas y otras que han sido creadas en los últimos años. Solo en ciertas ocasiones el presidente Morales ha admitido que hay que corregir algunos errores, pero con el tiempo ha demostrado que esas han sido apenas frases que se le salen al paso, pues jamás se han dado intentos de corregir el rumbo.

Supuestamente uno de los temas fundamentales de la Cumbre Social, oficialmente convocada por el Gobierno, es la producción de alimentos que se ha visto disminuida en los últimos años por diversos factores, al punto de generar escasez y una fuerte escalada inflacionaria. Sin embargo, por boca del viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, nos venimos a enterar que la seguridad alimentaria nunca ha estado en riesgo en el país. Desde ese punto de vista, entonces, resulta inexplicable la importación de azúcar que se hizo por un valor de casi 80 millones de dólares y tampoco se entiende por qué se prohíbe exportar, factor que incide fuertemente en las cantidades sembradas de maíz, caña y otros productos.

Todo esto explica también, por qué casi todos los sectores productivos del país, especialmente los del oriente boliviano, responsable de casi el 70 por ciento de lo que los bolivianos nos llevamos a la boca, hayan sido excluidos de la cita que, de acuerdo a lo que afirman los organizadores, será vital para el futuro de Bolivia. Si no se va a hablar de lo más elemental, que es la comida y que obviamente nos tiene preocupados a todos (especialmente a los dos millones de habitantes que pasan hambre en el país), vaya uno a saber qué temas tan estrambóticos se abordarán en esa importante reunión.

El país está virtualmente sitiado por fuerzas extranjeras que ya no aguantan más el desborde de cocaína que se produce sin control en el país. La Fiscalía del Distrito de Santa Cruz acaba de admitir que esta ciudad ha sido tomada por narcotraficantes de cuatro países. El propio presidente admitió que ha carteles extranjeros de la droga que operan en el territorio nacional, sin embargo, ese tema está totalmente vetado en la Cumbre y seguramente, será ratificado una y otra vez que las fuerzas antidrogas bolivianas están ganándole la batalla a los mafiosos.

¿Para qué la cumbre entonces? Para lo mismo de siempre. Para dividir las aguas en este país. Para enfrentarnos entre los que apoyan y los que son declarados “enemigos del cambio”, entre los que se encuentra naturalmente la libertad de prensa a la que pretende dársele el tiro de gracia. Será una reunión para intentar recobrar la fuerza perdida y “meterle nomás” con el TIPNIS, con el gasolinazo y otras políticas.

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