Sin embargo, apenas había terminado de hacer su pose de fortachón, el oficialismo sufrió un nuevo golpe electoral en Sucre, donde la oposición ha conseguido recuperar la Alcaldía capitalina, arrebatada por el MAS gracias a maniobras ilegales que le han permitido precisamente, dar cuenta de dos gobernadores de la oposición y decenas de alcaldes contrarios al régimen. Lo mismo ha ocurrido en Quillacollo, un importante bastión de sumo interés para los objetivos masistas. La inestabilidad que ha comenzado a surgir en varios municipios controlados por los gobiernistas, donde han surgido fuertes pugnas internas, termina de configurar un cuadro bastante oscuro para los oficialistas, que aspiraban a lograr cuanto antes, un dominio territorial absoluto.
Los últimos conflictos con los indígenas del oriente boliviano y con otros sectores que se habían constituido en la base política del MAS le han restado peso en la Asamblea Plurinacional, donde según algunos analistas, el oficialismo ya no cuenta con los dos tercios que le aseguren una administración libre de sobresaltos.
Para terminar este breve resumen, hay que mencionar que mientras la población se mantiene firme en sus principios de defensa de la democracia y de rechazo al autoritarismo, aquellos que alguna vez levantaron las banderas de la autonomía y de las reivindicaciones regionales, permanecen inermes ante actos de avasallamientos como el producido recientemente en el Beni. Luego del golpe contra Suárez Sattori, el régimen ha anunciado la próxima captura del gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, lo que se traducirá luego en su destitución. Es obvio que el Gobierno puede hacerlo y seguramente no habrá ningún tipo de resistencia que se lo impida.
Insistimos, el hecho de que el MAS irrespete con tal descaro la voluntad ciudadana y atropelle como lo hace contra autoridades elegidas legalmente, no debería sorprender a nadie. Lo que causa estupor es que no existan fuerzas ciudadanas capaces de hacer algo por la defensa de la expresión del soberano, que insistentemente se ha manifestado en las urnas por un cambio de rumbo, por la restauración del sistema democrático y en rechazo a los abusos que comete el oficialismo. Lo de Sucre no es el primero ni el único evento de esta naturaleza. El Gobierno ha sufrido varios golpes de urna, desde aquel 4 de abril de 2010, que obligó al régimen a aprobar la famosa ley corta que no otra cosa que legalizar el golpe de estado.
Está demostrado con todos estos antecedentes que el MAS ya no es espectro invencible que se enseñoreaba hace unos años. Sin embargo, de su parte juega una supuesta oposición que no termina de despertar y que parece en cambio, estar cómoda en un papel abiertamente funcionalista que traiciona constantemente las aspiraciones de la ciudadanía.
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