Sin que nadie lo plantee, lo discuta o lo ponga sobre el tapete, el presidente Morales ha sacado a la luz el tema del Referéndum Revocatorio. Ha dicho que esta es una opción constitucional a la que la ciudadanía puede apelar para poner en consideración la continuidad de algún mandatario, ya sea nacional, departamental o municipal. Tal como lo hizo en el 2008, con una consulta ilegal y amañada, el jefazo ha dicho que la condición para sacarlo del cargo sería con una votación superior al 64 por ciento y no del 50 por ciento más un voto, como lo establece la ley. Ese fue el porcentaje de votos que obtuvo el presidente hace tres años, cuando su régimen se encontraba en crisis por el enfrentamiento con las regiones que demandaban autonomía. Pese a ello, la imagen presidencial era muy alta, superior al 60 por ciento, cantidad que ha caído a la mitad, por obra y gracia de sus propios errores y por la confrontación con sus propias bases y principios políticos. Es obvio que lo del revocatorio surge como un globo de ensayo ante la difícil coyuntura de la que no podrá salir con la cumbre social que desde ya nacerá muerta. El revocatorio será la última alternativa. El mismo lo ha planteado así.
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