En el país de los paros tenía que inventarse el antídoto del veneno y precisamente la idea se la ha ocurrido al ministro de Educación, Roberto Aguilar, quien ha propuesto crear un nuevo bono o premio al “No paro”, que consistiría en un pago de diez mil bolivianos a las unidades educativas que no acaten los paros decretados por los dirigentes del Magisterio, uno de los sectores que históricamente lleva la delantera en la materia. Según Aguilar, el dinerito pagado a los colegios más disciplinados serviría para la compra de bienes para el establecimiento educativo como computadoras, libros, etc. No hay duda que la idea es brillante, pero habría que tener en cuenta el “chip” boliviano, que siempre está pensando en el bolsillo. Inmediatamente los maestros se preguntarán qué van a ganar ellos con no parar y seguramente van a decir que es obligación del Gobierno equipar debidamente a las escuelas. No se trata de ser pesimistas, pero honestamente, un día habrá que llegar a niveles estratosféricos de creatividad e inventiva para solucionar el problema de la educación boliviana, por ejemplo, subiendo en alguito el magro presupuesto educativo, no tanto como Defensa, que creció en un 123 por ciento, pero un “poquitito” aunque sea.
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