jueves, 5 de abril de 2012

Turbión en Santa Cruz


Es paradójico que justo cuando se cumplen 29 años de aquel turbión, que en marzo de 1983 estuvo a punto de destruir por completo la ciudad de Santa Cruz, esta capital y con ella toda la región, estén nuevamente a merced de un nuevo alud que amenaza con destruir todo lo que encuentre a su paso. La situación se llena de nubarrones y las aguas vienen turbulentas.

Lo que ocurre dentro de la Alcaldía Municipal, que en realidad es la misma crisis que sufrieron casi en silencio otras instituciones gremiales, empresariales, cívicas y la propia Gobernación de Santa Cruz, es el reflejo de ese aluvión que lo está trastocando todo, incluso las riberas del río Piraí, cuyo loteamiento forma parte precisamente de la geopolítica gubernamental, que mantiene cercado al departamento desde que sus líderes capitularon en el 2008 y dieron lugar al Referéndum Revocatorio y sus consecuencias posteriores, es decir, el caso Rózsa, el sitio a la ciudad y la destitución ilegal de numerosas autoridades elegidas por el voto popular.

Los hechos tan bochornosos que están ocurriendo en las últimas semanas, son consecuencia de los profundos movimientos políticos que se producen en Santa Cruz y que no hallan resistencia en un liderazgo impresentable, sin crédito moral y sin posibilidades físicas de salir en defensa de los principios que siempre han estado presentes en el departamento, como la democracia, la libertad, la autonomía y la autodeterminación.

Por lo que se puede observar, no se trata de una simple capitulación y de ceder espacios en la conducción política, sino de arremeter con el espacio físico, la propiedad y la base de sustento, hecho que pone en peligro la seguridad y la supervivencia de los habitantes, no solo de Santa Cruz, sino de todo el país. Lo que indigna es la descarada complicidad y la falta de valor moral que los lleva incluso a medrar con los despojos.


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