jueves, 5 de abril de 2012

Qué tiene el Perú…

Difícilmente se puede encontrar dos países tan parecidos como Bolivia
y Perú. “Son casi mellizos”, acaba de decir un analista. Ni siquiera
Argentina y Uruguay tienen tantas coincidencias, a pesar del mate, el
fútbol y la forma de hablar. Peruanos y bolivianos compartimos la
misma historia, tragedias casi idénticas como la Guerra del Pacífico,
problemas sociales calcados e incluso procesos políticos muy
parecidos, con ciclos que han transitado por las dictaduras, periodos
de fragilidad democrática y también por fases populistas.

Por fortuna, para Perú, cada vez nos parecemos menos y Bolivia parece
alejarse de los ideales de progreso que tanto se han pregonado y
prometido en todos los periodos políticos, incluido el que estamos
viviendo en la actualidad. Ya no es un secreto que desde hace una
década Perú ha comenzado a parecerse más a Chile, el país que más ha
avanzado en América Latina en la ruta de la prosperidad económica, la
apertura al mundo y sobre todo, en materia de indicadores sociales,
lucha contra la pobreza y, si hablamos de corrupción, los chilenos son
también los que presentan mayores progresos en este aspecto.

Hace poco, uno de los intelectuales más brillantes de América Latina,
el mexicano Enrique Krauze, escribió una artículo titulado “Perú mueve
montañas”, que resume a su manera lo que muchos otros llaman el
“milagro peruano”, que ha conseguido trascender el tiempo,
consolidarse y superar obstáculos como la gran amenaza del populismo
que ha hecho estragos otros países del continente en la última década.

Lo extraordinario, para Krause, es que más allá del notable
crecimiento económico peruano, la estabilidad política y el evidente
avance social, Perú “está modificando la penosa concepción que por
mucho tiempo ha tenido de sí mismo y de su lugar en el planeta”. Eso,
de acuerdo al análisis, es un gran avance cultural, porque se trata de
cambiar la mentalidad y las costumbres, aspectos determinantes en la
transformación estructural de un país.


Los peruanos ya no se ven incapaces e inferiores como solían hacerlo
en el pasado, no se conciben esclavizados de las tragedias de la
historia y parecen haber dejado atrás sus desdichas, los terribles
enconos étnicos y hasta las “maldiciones geográficas”, como ocurre en
Bolivia con el enclaustramiento marítimo, el mismo que le hubiera
servido de pretexto a Suiza para no ser lo que es.

Perú ha superado el horror de la guerrilla senderista, de la misma
forma que lo hizo con la dictadura fujimorista y el desastre económico
que ocasionaron ambos fenómenos. En este momento, el Perú enfrenta con
mucha madurez “el Gobierno de un militar golpista que pasó de
concebirse como un ‘redentor’ inspirado en Chávez a un líder que
considera ‘obsoletas las divisiones de izquierda y derecha’, que
defiende ante todo el Estado de Derecho, y sigue la pauta de Lula y
Rousseff”, dice Krause.

“Por si fuera poco – termina el comentario-, Perú brilla
internacionalmente por su cocina, por su cultura y, desde luego, por
el Premio Nobel de Literatura  concedido a Vargas Llosa en 2010”. En
Bolivia no hacemos otra cosa que preguntarnos, qué tiene el Perú, que
no tengamos nosotros.

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