jueves, 26 de abril de 2012

La palabrita que salvará al mundo


El ejecutivo de una empresa se sorprendió con la decisión del gerente de recursos humanos, que llenó de letreros las oficinas de la compañía. Todos bellamente redactados, con hermosos colores e ilustraciones, invitando al personal a ahorrar energía, a evitar el despilfarro de papel y otros mensajes claramente ecologistas.
“Tengo una idea que evitará tantos letreros”, dijo el directivo, cuyo objetivo fundamental era cumplir las nuevas normas ambientales y encaminar a la empresa por el camino de la responsabilidad social. Así fue que retó a todos los jefes, gerentes y empleados a que busquen una sola palabra que resuma todos los anuncios tan bonitos que había elaborado con tanta diligencia el encargado del personal. 
Muchos optaron por la palabra “Responsabilidad”, pero hay quienes suelen confundirla con “obligación” y lo peor de todo es que la toman como una barrera que los limita a hacer sólo las cosas estipuladas en un contrato. También hubo los que colocaron “valores”, pero el relativismo en el que vivimos ha hecho que algunos le asignen valor a lo que socialmente puede ser reprochable. “Principio” lamentablemente fracasó por el mismo problema, de la misma forma que lo hicieron “ley”, “disciplina” y “orden”, porque sus cultores suelen olvidarse de la justicia, de la tolerancia y la diversidad cuando fervientemente se inclinan por ellas.
Luego de mucho cavilar, hubo uno que dio con la palabra correcta: “Conciencia”. Esta palabra no tiene ideología ni religión, no tiene color y tampoco está limitada por ninguna visión particular de las cosas. No tiene fecha de caducidad y  es insobornable, incluso por el propio dueño. Esta palabra no sólo es capaz de conducir los grandes valores de la empresa de la que hablamos; es la única que podría salvar al mundo del desquiciamiento al que nos ha conducido el derroche, la violencia y el egoísmo.

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