viernes, 27 de abril de 2012

El otro mundo

Dos recientes episodios que han agitado la opinión pública planetaria, nos llevan a la conclusión de que hay “otro mundo” detrás del que nos suelen pintar las élites y los gobiernos a través de los medios de comunicación tradicionales. El primero de ellos tiene que ver con el rey Juan Carlos de España y el incidente ocurrido en Botswana, país al que acudió para cazar elefantes con una escopeta valuada en 100 mil euros, mientras su país está sumido en una crisis económica que lo pone al borde del desastre.

El segundo está relacionado con los agentes del servicio secreto que tienen la misión de cuidar al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y que se entregaron a la juerga con prostitutas en la ciudad de Cartagena, sede de la reciente Cumbre de las Américas.

En ambos casos, existe una conducta que contradice radicalmente con el discurso que se repite machaconamente y que busca convencer a la humanidad sobre los peligros del mundo en que vivimos. Irse de safari al África a matar elefantes es absolutamente contradictorio con los postulados ecologistas que tanto se repiten y no condice con los gritos de alarma que se lanzan por aquello del calentamiento global, la contaminación y el riesgo de perecimiento total que se yergue sobre el planeta.

Estados Unidos ha invadido y desatado la guerra en dos países, ha derrochado cantidades inimaginables de dinero en armamento, movido por una presunta lucha sin cuartel contra el terrorismo amenazante sobre todos nosotros, especialmente sobre los norteamericanos y sus líderes.

Pero precisamente los que deberían estar más alertas frente a las amenazas, los que más predican sobre la seguridad y los que mejor entrenados están para evitar riesgos, son los que le dicen al mundo que todo parece ser parte de una realidad que no existe o al menos no es como la pintan.

Pero tanto el rey de España, presidente de una organización ambientalista, como el establishment norteamericano que predica y sostiene la doctrina de seguridad, se han topado con ese “otro mundo” convertido en una aldea global gracias al auge de las tecnologías de comunicación. Los gurús del periodismo y la comunicación social han terminado de rendirse ante los pies de las denominadas redes sociales, esos espacios de discusión e intercambio planetarios que, libres de cualquier reverencia, “crucificaron” al soberano español y lo obligaron a disculparse públicamente, mientras la prensa tradicional no dejaba de adularlo y exigir indulgencias. En Estados Unidos, un escándalo aparentemente aislado y sin mayor importancia, ha despertado la conciencia de la población, lo que demuestra que aquella “multitud boba” que parece merodear sin rumbo en las redes sociales comienza a cobrar inteligencia, hecho que estaba suficientemente demostrado con la denominada “primavera árabe” y el movimiento de los indignados en España, Inglaterra y otros sitios.

Esa es una buena noticia para aquellos medios que hace unos días, reunidos en Venezuela, denunciaron el debilitamiento de la libertad de expresión en América Latina, producto del criminal hostigamiento de los gobiernos de la región. Los medios masivos están incorporándose de manera exitosa en las redes sociales, formas que se convierten en un acicate de la democracia y la libertad y que sin duda alguna nos ayudan a comprender a todos que otro mundo es posible.

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