La noticia de una niña de 12 años que dio a luz por segunda vez en la
maternidad Percy Boland no tuvo mayor resonancia en medio de la
estridencia del conflicto de los médicos y trabajadores de salud.
La chica, oriunda del municipio de Cabezas, fue sometida a una cesárea
dos años después de su primer alumbramiento. Las autoridades
relacionadas con la niñez investigan un tenebroso caso de prostitución y
abuso alrededor de esta desdichada criatura, cuya historia
lamentablemente no es un caso aislado.
En el último año, más de tres mil adolescentes han dado a luz en el
hospital maternológico cruceño y casi un centenar de ellas no pasaban de
los trece años. En la gran mayoría de los casos se trata de abuso
sexual, un delito penado con hasta 25 años de cárcel y que debería ser
investigado de oficio por el Ministerio Público; sin embargo, en muy
pocas ocasiones los culpables son sancionados, ya que sea porque llegan a
un arreglo con los familiares de las víctimas o porque el violador es
pariente cercano de la menor abusada, cuya existencia quedará marcada
para siempre por una gran herida abierta a causa de la impunidad y la
falta de atención a su drama.
Según datos difundidos recientemente, los embarazos de chicas de 10 a 19
años de edad han ido en aumento en Santa Cruz. Han pasado de 14 mil
casos en el 2004, a 27 mil en el 2009, mientras que en el 2010 se
registraron 35.281 casos en todo el departamento. En lo que va del 2012
ya suman 16 mil las adolescentes abusadas que terminan embarazadas.
Bolivia tiene uno de los más altos índices de embarazos en adolescentes
en América Latina. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas
(UNFPA), el 25 por ciento de los embarazos en el país corresponden a
chicas de entre 12 y 18 años de edad, cifra que en el 2008 estaba en el
18 por ciento. El promedio a nivel continental no sobrepasa el 15 por
ciento, aunque preocupa el incremento de este fenómeno en casi todos los
países, donde al igual que en el país, existe una combinación nefasta
de falta de educación, marginalidad, hacinamiento e impunidad, pues casi
siempre hay abuso de por medio.
Las consecuencias que este problema acarrea son más graves de lo que se
piensa. Estamos hablando de que un 40 por ciento de los alumbramientos
en Santa Cruz corresponden a adolescentes, muchas de las cuales
enfrentan dificultades para criar a sus hijos. Detrás de los dramas
sociales que vemos en las calles, como la drogadicción, la criminalidad y
el abandono está precisamente esta realidad de hogares destruidos,
madres solas, cuya descendencia está prácticamente condenada a repetir
las tragedias.
El abuso, la explotación infantil, la prostitución de menores, son
realidades lacerantes que merecen una mayor atención de las
instituciones gubernamentales, de las instancias que tienen que ver con
la justicia, la educación y la protección de la familia.
El Estado no está haciendo lo suficiente por los problemas sociales. Las
evidencias gritan con este tipo de dramas humanos. No es suficiente con
entregar bonos, con inaugurar obras y estrenar edificios.
Hace falta que todos los estamentos del Gobierno, ya sea en los niveles
central, departamental o municipal, se humanicen y tomen contacto con
las realidades que están lastimando a la gente.
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