domingo, 6 de mayo de 2012

Qué modelos tienen los bolivianos

Cuando se lo ve al guitarrista boliviano Piraí Vaca, rodeado de jóvenes -casi niños-, sacando “fuego” de las cuerdas, inmediatamente sale a relucir el valor que tienen los modelos para inspirar a las nuevas generaciones. Hace unos años hubiera sido impensable en el país tener tantos músicos ejecutando piezas de alto valor artístico, de no haber sido por el modelo de la orquesta Urubichá que se ha reproducido en numerosos municipios, donde la juventud se entrega a los violines y a las partituras como algo natural.

Bolivia sigue sacando mucho provecho de aquella generación de futbolistas que consiguió la hazaña de clasificar al Mundial 1994 de Estados Unidos. Ante la ausencia de nuevas figuras de la talla de aquellas estrellas que alcanzaron la mayor cita del balompié, muchos niños todavía sueñan con ser un Etcheverry, un Erwin Sánchez o un Jaime Moreno, herederos de otro gran modelo que conquistó el mundo como ha sido la academia "Tahuichi".

En Argentina, un solo hombre, Guillermo Vilas, que alcanzó la cima del tenis mundial en los años '70, consiguió que este deporte de élite se masifique en el país y le pueda dar al país cientos de figuras como Gabriela Sabatini, Guillermo Cañas, Gastón Gaudio, Mariano Puerta, Guillermo Coria, David Nalbandián, Franco Squillari, Agustín Calleri, Mariano Zabaleta, Juan Ignacio Chela, José Acasuso y Juan Mónaco, entre otros. No hay torneo mundial que no tenga a algún raquetero argentino en los primeros puestos. En Colombia, muchos jóvenes quieren ser escritores e imitar a Gabriel García Márquez, en Uruguay todos quieren ser como Benedetti y en Chile como Neruda o Gabriela Mistral. Estas personalidades han alcanzado la cima de la cultura y la sociedad no duda en alinearse con ellos.

En todos estos países, el Estado y sus instituciones han sido sabios al alentar la producción de modelos que sirvan de faros para la juventud. El ejemplo es la mejor estrategia para la enseñanza de los valores. Ahorran discursos y grandes esfuerzos por poner en marcha sistemas de transferencia de conocimientos y experiencias que a veces no llegan a los resultados deseados. No se trata de proponer el endiosamiento de algunas figuras como suelen hacerlo ciertos regímenes políticos, que repetidamente recurren a este método de seducción de las masas con fines de adormecimiento y tergiversación de los sanos propósitos. Se trata simplemente de estimular experiencias exitosas para que sirvan a su vez de acicate de las nuevas generaciones.

En Bolivia no es extraño que muchos niños y jóvenes se interesen más que nunca en ser dirigentes sindicales. Este fenómeno no es negativo en sí mismo. Ha sido durante décadas, la mejor estrategia para luchar por la democracia, por los derechos y por la justicia para las grandes mayorías. Los sindicalistas han suplido en muchos casos, la ausencia de partidos políticos y de líderes auténticos y confiables. No se puede negar que los sindicatos son igualmente una de las más efectivas formas de ascenso social. No es casual que precisamente el mandatario con mayor apoyo popular de la historia del país sea un sindicalista que alcanza notoriedad mundial y logra una posición desde la cual puede convertirse en modelo de la niñez y la juventud.  Por eso es que resulta un tremendo contrasentido que  justamente esta figura tan notable diga que para ser feliz es mejor no estudiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario