jueves, 3 de mayo de 2012

La felicidad en las universidades

No soy partidario de “crucificar” al presidente Morales por decir que se siente feliz por no haber ido a la universidad. Si en verdad es feliz, en buena hora. Si no logra ser feliz después de haber llegado a semejante posición, entonces ¿cuándo? 

Hay dos personajes de talla mundial que han dicho algo parecido al mandatario boliviano. Steve Jobs, el creador de Apple e inventor de los dispositivos electrónicos que nos han cambiado la vida a todos, dijo una vez que su mejor decisión fue dejar la universidad. Mark Suckerberg, creador de Facebook, abandonó nada menos que Harvard, una institución que se volvió un estorbo para sus proyectos dirigidos hacia la tecnología. 

Los que nos devolvemos en el mundo académico estamos preocupados por lo que ha dicho el presidente y también por lo que ocurrió con esos dos grandes genios que creyeron que la universidad no les era útil. Desde hace mucho los educadores están debatiendo sobre sus verdaderos objetivos y la conclusión que más consenso ha logrado es que la felicidad del individuo es el único propósito a conseguir. Sin querer, el presidente Morales ha apuntado sobre el centro del debate, mientras que Jobs y Suckerberg se dirigieron hacia otra de las aristas de la discusión, es decir, el reto de la universidad de otorgarle al estudiante las mejores herramientas para desenvolverse en la vida. 

Hoy se sabe mejor que nunca, que lo único que se debe enseñar en las escuelas y las universidades es a pensar. La pregunta de fondo es ¿quiere Evo Morales o los que manejan la educación en Bolivia este tipo de universidades? La sospecha es que no, ya que la molestia presidencial se originó cuando los universitarios comenzaron nuevamente a pensar y a dejar el silencio cómplice que han estado manteniendo a lo largo de estos seis años.

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