domingo, 13 de mayo de 2012

Vida privada

A propósito de un evidente caso de espionaje que viola todas las normas y la Constitución, la ministra de Comunicación, Amanda Dávila, ha dicho que los funcionarios públicos prácticamente no tienen vida privada, y que ésta se circunscribe -para ellos- a las cuatro paredes de su vivienda. Esta afirmación es inexacta y peligrosa, sobre todo para ella, que es funcionaria estatal. En primer lugar, niega la presunción de que todos somos iguales frente a la ley y segundo, le da vía libre a los periodistas y cualquier ciudadano interesado en difundir información, a interesarse por todos aquellos ámbitos de la vida de los personajes públicos que hasta el momento nunca han sido motivo de “interés público”. Si los periodistas le hacen caso a doña Amanda, desde ahora deberán tomar como “noticiable”, por  ejemplo, los hábitos nocturnos, los líos de faldas (y pantalones), las preferencias de consumo y muchas otras andanzas y opciones de nuestros gobernantes, que seguramente son controversiales y llenas de complicaciones como las de cualquier mortal. Seguramente la ministra tendrá que aclarar mejor el incidente para no desatar indeseables consecuencias.

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