viernes, 18 de mayo de 2012

La democracia necesita otro pacto

De manera muy prematura y aunque muchos traten de negarlo, ya se vive un clima preelectoral en Bolivia, con miras a las elecciones del 2014. Con más de dos años de anticipación se comienza a hablar de alianzas, aparecen encuestas y de manera muy visible, los líderes políticos, tanto del oficialismo como de la oposición realizan algunos contactos que anticipan un escenario muy diferente al que hemos estado presenciando en los procesos electorales vividos desde el 2005.

Pese al inmenso poder acumulado por el oficialismo en los seis años de administración estatal, ha vuelto nuevamente el desafío de enfrentar la gobernabilidad de Bolivia y todo indica que el desgaste acelerado, obligará a sus líderes a buscar nuevas alianzas políticas en vista del deterioro observado en la relación con los movimientos sociales que le sirvieron de base social para mantenerse con bastante holgura en el poder.

La oposición, por su parte, se encuentra nuevamente frente al reto de buscar la unidad en medio de un cuadro lamentable de desintegración, producto del fuerte hostigamiento oficialista que no sólo aniquiló el proceso autonómico que le servía de bandera, sino que ha provocado una diáspora descomunal.

Las líneas disidentes tuvieron ya una experiencia exitosa en la elección del alcalde de Sucre hace unos meses y lo lógico sería que intenten repetir la fórmula cuando se produzca la elección del nuevo gobernador del Beni luego de la renuncia de Ernesto Suárez. En caso de producirse la dimisión Mario Cossío, en Tarija, no hay duda que estaríamos frente a un excelente ensayo preelectoral que nos daría una pauta de lo que puede suceder el 2014.

La oposición, desde el desbande y la falta de un discurso coherente y el oficialismo, desde el agotamiento de sus propuestas y sin posibilidades ya de volver a encantar al electorado, no tienen más opción que volver a buscar los pactos que permitieron recuperar la democracia y mantener cierto nivel de estabilidad durante casi 20 años. El objetivo sigue siendo el mismo, construir un Estado, edificar un país viable y darle a la población una dosis de paz social que permita trabajar y buscar la prosperidad colectiva.

Durante dos décadas, las fuerzas políticas y sociales del país construyeron una democracia pactada que se deterioró por diversos factores, pero pese a todo, hoy podemos concluir sin temor a equivocarnos, que siempre es mejor buscar el entendimiento y tratar de conducir el país en el marco de la concertación que intentar amalgamar una hegemonía basada en la imposición. De cualquier forma, se ha visto que este último intento ha fallado, con el agravante del deterioro de la justicia y el estado de derecho.

La sociedad boliviana se ha equivocado muchas veces, pero nunca ha sido proclive a la instalación en el país de una autocracia y menos una que busque la perpetuación. El reto es pactar de nuevo, reconducir la democracia, establecer las bases de un entendimiento. Estamos en condiciones de admitir que Bolivia lo ha intentado todo, que ha probado distintos sistemas y alternativas políticas posibles y que la única manera de seguir construyendo es a través del diálogo, la concertación y el respeto a la libertad y el pluralismo.

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