Es positivo que el nuevo ministro de Gobierno, Carlos Romero, hable de la Policía y del crimen organizado en su primera intervención pública luego de su posesión, el pasado lunes. El presidente Evo Morales le ha encomendado mejorar la gestión a su nuevo gabinete y nada mejor que comenzar por una de las principales preocupaciones de la ciudadanía, el alto nivel de criminalidad campea en todo el territorio nacional.
Precisamente el lunes, en Yacuiba, una ciudad donde el auge del narcotráfico ha elevado de manera preocupante la actividad delictiva y la violencia, un empresario fue acribillado a tiros de ametralladora por sujetos que también portaban otras armas y una granada que fue detonada en el lugar para generar pánico y confusión. Según testigos, luego de hacer los disparos, los asesinos se acercaron hasta el cuerpo de su víctima para darle el tiro de gracia en la cabeza, el número 36 que perforó todo su cuerpo. Este hecho de características inéditas en esa zona fronteriza, llama la atención porque podría tratarse de criminales que integran bandas organizadas de alta peligrosidad para las cuales nuestra Policía podría no estar preparada.
Un día después, en Santa Cruz, se produjo otro hecho que pone los pelos de punta por la osadía con la que están actuando los delincuentes. Dos de ellos, a bordo de una motocicleta, aprovecharon la luz roja de un semáforo para asaltar a toda una familia en cuyo auto guardaban una jugosa suma de dinero que acababan de retirar del banco. Este asalto se produce muy poco después de otro caso similar que tuvo como víctima a una mujer.
Enumerar todos los sucesos que reporta la prensa a diario sería muy extenso, pero solo hay que mencionar que las ciudades bolivianas y algunas localidades fronterizas, se han vuelto tierra fértil para la delincuencia organizada, como lo demuestra el reciente arresto en San Matías de varios miembros del denominado “Comando Vermelho”, de Brasil, una de las bandas internacionales más peligrosas del mundo y que controla gran parte del tráfico de cocaína y armamento en la frontera binacional, donde justamente las Fuerzas Armadas brasileñas han establecido una suerte de cordón para frenar el paso de droga desde nuestro territorio. Los militares del vecino país han convocado a sus pares bolivianos a una reunión en la capital de Mato Grosso, para diseñar una estrategia conjunta. Es urgente que Bolivia vaya tomando posiciones mucho más definidas en estos temas y por supuesto encarando acciones más determinantes, ya que de a poco, en los últimos años el país ha generado bastante preocupación en el vecindario. Con la firma del acuerdo antidrogas tripartito que incluye también a Estados Unidos, sería recomendable comenzar a actuar sin demoras.
En ese sentido, hay que tomarle la palabra al ministro Romero, quien ha afirmado que su principal labor al mando de la cartera de Gobierno, será dignificar a la policía y combatir al crimen organizado. Asimismo, ha manifestado que la institución del orden no está para reprimir al pueblo y que en todo momento se va a respetar los derechos humanos. Bolivia tiene muchos problemas sociales por resolver, como la pobreza, la falta de educación y la inestabilidad política. No puede darse el lujo de tener que lidiar también con bandas de criminales con capacidad para perturbar nuestro andamiaje institucional.
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