El gobernador Rubén Costas no quiere disculparse con el vicepresidente García Linera, pero sí lo hace con el presidente Morales, a quien llamó adversario político, cuando le preguntaron si lo consideraba un enemigo. Suele llamarse “adversario” al que compite de igual a igual por alguna conquista, ya sea fútbol o política. Los adversarios respetan las mismas reglas, obedecen a un árbitro imparcial y en lo posible, la relación se ajusta al “fair play”. Cualquier jugador de la tercera o cuarta división, dirá que el jugador que entra a “matar”, que le pega al árbitro o se lo compra, que hace goles con la mano y que pega rodillazos al troche y moche, podrá ser cualquier cosa menos un adversario. Rubén Costas tiene 15 juicios en su contra iniciados de forma amañada por el Gobierno de Evo Morales, quien está a punto de derrocarlo y meterlo preso. Lo han acusado, lo han insultado, le han quitado la plata de la Gobernación, han cercado el departamento y causado zozobra en la población y abiertamente, los operadores del régimen afirman que no van a dejar levantar cabeza a nadie en la región. Si no quería decirle enemigo por cuestiones de religión, podría haber dicho al menos que Evo Morales intenta ser su verdugo.
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