Cuál es la diferencia entre cualquier niño boliviano y Michael Sayman,
el chico de 13 años, hijo de un compatriota y una señora peruana que
inventó en Estados Unidos una aplicación para la gigantesca empresa
Apple? Él habla inglés, pero es algo que se podría remediar en nuestro
país, si dejaran de emitirse mensajes adversos contra la globalización y
la modernización. Otra cosa significativa no hay, además de la
velocidad para navegar en internet que dispone Michael, 50 veces
superior a la que tenemos en esta parte del mundo. Eso también es muy
fácil de solucionar.
Michael se convirtió en un genio gracias a las bondades de la sociedad
de la información de la que puede formar parte cualquier boliviano,
chico o grande. Todo es cuestión de mentalidad, apertura y tener en
cuenta que el mundo de hoy se ha vuelto más accesible para todos los
seres humanos. Si alguien quiere leer los 25 mil libros que leyó el
vicepresidente, los puede tener de forma gratuita en internet. Solo
necesita conectarse con cualquier computadora (que cada vez son más
baratas) y estará a las puertas del pleno del conocimiento y la cultura
humana.
El conocimiento, la información, las ideas, la creatividad ya no son
asunto solo de las élites. El mejor ejemplo es Michael, que ni siquiera
ha terminado la escuela, donde seguramente no le han enseñado todo lo
que sabe en materia de tecnología. Eso significa que el sistema
educativo tiene que adaptarse a las nuevas formas de producir,
transmitir y asimilar el conocimiento.
Afortunadamente la tarea se ha vuelto más fácil para las sociedades y
los estados. Cualquier escuela rural podría tener acceso a las más
grandes bibliotecas del mundo y los estudiantes podrían intercambiar
información con Michael o cualquier chico del planeta (por supuesto, en
inglés, no queda otra) y gozar de la posibilidad de adquirir más
conocimientos, crear, recrear y producir innovaciones no solo en el
campo tecnológico, sino también en el área social, ambiental o
económica. De hecho, el gran desafío actual de Bill Gates, el más grande
genio de la tecnología, es producir un nuevo modelo de inodoro, más
eficiente y accesible, con el objetivo de salvar más de 1,5 millones de
vidas humanas cada año.
Aunque a muchos les cueste creerlo, la sociedad de la información, que
se mueve gracias a las más desarrolladas tecnologías, nos está volviendo
más humanos, más sensibles y atentos a las necesidades de los demás. El
intercambio y el dinamismo con el que se mueve la información están
moviendo a las sociedades a buscar soluciones –como la del inodoro-, que
han estado postergadas por décadas, porque las élites han fijado otras
prioridades.
Lamentablemente hay muy pocos gobernantes que han dado cuenta de las
bondades de mantener a las sociedades abiertas al conocimiento y la
innovación. En Argentina, una de las provincias más pobres (San Luis),
fue la primera en instalar una red de internet gratis en todo su
territorio, hecho que ha redundado en grandes beneficios en la educación
y el desarrollo social. Por lo general, las élites políticas e
intelectuales prefieren mantener las grandes brechas existentes por
cuestiones de poder, soberbia y un paternalismo absurdo e inútil que
mantiene en el atraso a países como Bolivia, donde además, existe una
ignorancia supina de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.
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